Birdman, de Alejandro González Iñárritu
Por José Luis Muñoz , 3 febrero, 2015
Quien busque la típica película de Alejandro González Iñárritu (México DF, 1963) en Birdman va a salir frustrado del cine. Quien, por el contrario, se encuentre saturado de ese cine trascendente y excesivamente melodramático del realizador mexicano asiduo a las historias que se cruzan, puede que disfrute de este cambio de tercio argumental y formal del director de Amores perros que parte con buenas opciones para hacerse con alguna estatuilla en los Óscar de Hollywood.
Riggan Thomson (Michael Keaton), un actor mediocre que se ha especializado en papeles de superhéroes en producciones comerciales, decide dar un salto en el vacío y montar una representación teatral en Broadway sobre el texto De qué hablamos cuando hablamos del amor de Raymond Carver—el autor que inspiró a Robert Altman sus Vidas cruzadas—, para demostrarse a sí mismo que es un intérprete de valía. Para ello cuenta con la colaboración del egocéntrico y prestigioso Mike Shiner (Edward Norton), actor arrogante y caprichoso que pretende manipular la representación a su favor.
Una cámara compulsiva y un falso único plano secuencia que sigue al protagonista en el escenario, en la calle o en la soledad del camerino, agiliza la teatralidad de una película hablada de principio a fin y que pivota alrededor de un Michel Keaton que se interpreta a sí mismo (De qué hablamos cuando hablamos del actor que interpretó a Batman, podíamos decir parafraseando a Raymond Carver). Riggan Thomson hablando consigo mismo o con su alter ego, el estrambótico Birdman; cruzando reproches con Sam Thomson (Emma Stone), la hija que se perdió en la vorágine de las interpretaciones; enfrentándose al caprichoso Mike Shiner; o discutiendo, quizá la mejor secuencia del film, en la barra de un bar con la despiadada crítica teatral Griffin Murray (Amy Ryan) sobre la banalidad de la crítica destructiva frente a la mediocridad de los intérpretes que nada son sin sus personajes, son algunos de los hitos de esta película tragicómica sobre egos e imposturas que envuelve el mundo de la interpretación.
La película de Alejandro González Iñárritu discurre entre bambalinas, nos ofrece los aspectos más sórdidos y estrambóticos del espectáculo teatral, critica sin ambigüedades esa fábrica de chorradas ruidosas en la que se ha convertido la industria norteamericana, apunta y dispara sobre el crítico, que destruye en un par de párrafos plagados de lugares comunes lo que cuesta años construir, pero también al artista que exige un reconocimiento a su esfuerzo aunque el resultado no sea óptimo. ¿El reconocimiento que exige el director de 21 gramos a una crítica que le ha sido esquiva al contrario que los premios?
¿Son alguien los actores más allá de los personajes que interpretan? Como el protagonista de su película, harto de papeles intrascendentes y que vuela sobre las calles de Nueva York en uno de sus escasos exteriores, el director mexicano vuela alto en esta película original sustentada por diálogos ágiles y buenas interpretaciones entre las que pasa bastante desapercibida, cosa extraña, una de sus actrices fetiches: Naomi Watts. Aunque a Birdman le sobre, quizás, pretenciosidad y artificiosidad, exceso de ruido que oculta tramposamente un vacío o vista de originalidad una historia mil veces contada.
Alejandro González Iñárritu se reinventa años después de su traumática ruptura con su guionista Guillermo Arriaga, con quien filmó sus mejores historias, y rueda ya un western con Leonardo Di Caprio titulado La venganza. Esperemos que El Negro, apodo con el que se le conoce a este mexicano que ha entrado en USA sin saltar la valla, tenga la suficiente personalidad para no ser triturado, como tantos otros talentos extranjeros, por la industria de Hollywood.
Título original: Birdman, la inesperada virtud de la ignorancia
País: EE.UU
Año de producción: 2014
Género: melodrama
Duración: 119 minutos
Director: Alejandro González Iñárritu
Estreno en España: 09/01/2015
Comentarios recientes