Agravio comparativo
Por Fermín Caballero Bojart , 21 mayo, 2014
Michael Rogers vence la 11 etapa del Giro 2014. Foto:Gian Mattia D’Alberto / lapresse. Gazzetta dello Sport.
Muchos secretos se llevaron a la tumba los ciclistas que ya no están entre nosotros. Desde Coppi y Bartali, hasta Ocaña y Fuente, pasando por Anquetil y Charly Gaul. Secretos deportivos y rumores ajenos a la bicicleta. De adornarlo se encargó la prensa. Madrastra de un deporte huérfano de nacimiento. Antes de la Gran Guerra fue cuestión de locos que cruzaban Francia en unos pocos días. Las crónicas épicas de lo inimaginable les convirtió en héroes. Después de la II GM la prensa volvió, alentada por los gobiernos triunfadores, a entretener al pueblo, aún pobre, financiando grandes vueltas y coronando ídolos; luego mitos. Carrera que ganó el fútbol, proclamándose rey por que el balón es mejor socio. Más cómodo y menos sufrido. Finalmente la publicidad dio paso al negocio, la inversión al merchandising y la competición al doping. Y mamá cerró los ojos, allanó caminos, mitigó penas y aplacó tempestades. El mesías del ciclismo aun está por venir, mientras profetas como R. Saviano, de momento, se dedican a levantar otras tumbas.
Los foros de comentarios al pie de las noticias de cada día se convierten en sentencias. El aficionado deportivo sucumbe ante la pasión del titular. Arremete tras un nombre ficticio. Libertad de expresión enmascarada, turbia. Salvaje como medio de reacción ante el engaño. Y finalmente a tirar de hemeroteca para sostener lo insostenible. Hoy ha vencido la etapa un australiano llamado Michael Rogers (34 años), cuyo palmarés pasa por ser campeón del mundo contrarreloj. Tres veces; luego llegó una Vuelta a Andalucía y el Tour de California. Pero junto a esa noticia, su victoria de hoy en la etapa que viene precedida de una fuga y un vertiginoso descenso a tumba abierta en el Naso di Gatto de segunda categoría, junto a ese titular, como digo, hay una sombra. La del muro inquebrantable que nadie puede romper, la de las maniobras de las instituciones al amparo del reglamento, de las normas, que valen para unos y no para otros. Sostener lo insostenible en nombre de la “literatura científica” (como Olivier Rabin, director científico de la UCI en 2011). Y el pueblo, los foreros, cada vez más desgarrados, no se lo creen. Y como no pueden romper el muro, ni hay periódico que lo derribe, se exaltan, contra un deporte que carece de colores, de escudos, de derbys. Se enervan contra un deporte huérfano, cuya madre sigue apartándole la mirada, por otros hijos e hijas que le traen más dinero a casa. Más audiencia.
A Rogers le ha sido perdonada por la UCI una sanción por el mismo hecho que a Alberto Contador le sancionaron. Por la misma sustancia, por la misma causa. A Rogers no le van a desposeer de la Japan Cup Cycle Road de 2013 (dio positivo por clembuterol el 20 de octubre del pasado año), por que no puede devolver los millones de euros que valen un Tour o un Giro. Con Armstrong se me ha roto la calculadora.
Y donde un hombre (directivo o no de una institución deportiva) miente, calla, oculta o actúa deliberadamente, una prueba tiene que tener el mismo peso que cuando un deportista incumple. Y la UCI, fundada en 1900, no solo ha sido un ente incapaz de hacer valer su poder durante décadas, sino que cuando ha visto el momento oportuno (publicidad, negocio, inversión, merchandising) ha pataleado, amenazada por la AMA (Agencia Mundial Antidopaje fundada en 1999). Lo ha hecho bajo la excusa del doping para hacer valer la limpieza de los juegos olímpicos a favor de un deporte limpio, tratando de hacer buena su gestión, sin importarle demasiado la salud del ciclista (salvo a Simpson, a los demás se los lleva el cáncer o la carretera). Y acusando a las legislaciones nacionales de cada país de insondables lagunas legales al respecto. Donde las “operaciones” como Operación Puerto, con 9 recursos pendientes (de plazos y no de caprichos vacacionales) es moneda de cambio, falsa y triste que esta dejando a los huérfanos sin futuro. A la afición sin esperanza. Sin ilusión. Quizás cavando su propia tumba, donde cementerios llenos de ciclistas arrepentidos no sirven de nada. A unos porque les engañan los médicos, a otros por que les puede el dinero, a otros les da igual y a la mayoría por que estuvieron muy bien arropados por patrones, durante la segunda mitad del s XX. Y a los contemporáneos por que ese muro inquebrantable se levanta entre sus actos y el forero desgarrado. Entre unos hechos y una afición que la prensa no es capaz de interpretar, aparcada solo para cuando interesa.
Cadel Evans mantiene la maglia rosa. Pidió que no tirase el pelotón cuando cayó su fiel escudero Morabito. Y donde las dan las toman, le recordaron la etapa de Montecassino e hicieron caso omiso de su plegaria. Nadie quiere mostrar sus cartas, por que la tercera semana del Giro da pavor. Y algunos directores de los colombianos (que siguen recuperándose del frío del Mar del Norte), siguen pensando si ha sido buena idea venir a disputar el Giro en vez del Tour. La contrarreloj de mañana, con sus 42 kms entre Barbaresco y Barolo, va a situar posiciones y si los escarabajos no están en forma Evans puede tomar ventaja de cara a los finales en alto. Con permiso de Pozzovivo.
Etapa 11
1 Michael ROGERS 5:48:07
2 Simon GESCHKE
3 Enrico BATTAGLIN
4 Wilco KELDERMAN
5 Gianluca BRAMBILLA
General:
1 Cadel EVANS AUS BMC 48:39:04
2 Rigoberto URAN URAN COL OPQ 57
3 Rafal MAJKA POL TCS +1:10
4 Domenico POZZOVIVO ITA ALM +1:20
5 Steve MORABITO SUI BMC +1:31
6 Fabio ARU ITA AST +1:39
7 Wilco KELDERMAN NED BEL +1:44
8 Nairo Alexander QUINTANA ROJAS COL MOV +1:45
9 Robert KISERLOVSKI CRO TFR +1:49
10 Ivan BASSO ITA CAN +2:01
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