Caza de brujas
Por José Luis Muñoz , 1 julio, 2014
Podemos da miedo a los partidos de la casta, en palabras de su cabeza más visible Pablo Iglesias, que no esperaban su éxito electoral sin paliativos en las pasadas elecciones europeas que pueden revalidar y aumentar en las municipales y en las generales. Podemos, que no es un partido sino un movimiento, tiene, como aquellos, la aspiración de gobernar con un programa social de izquierdas, y el PSOE teme, con razón, que por su posición de centroizquierda en un país devastado por la crisis y el destrozo del estado de bienestar acabe siendo sobrepasado por su izquierda y convertido en el PASOK de España. Pocos dudan de que Izquierda Unida y Podemos pacten sus alianzas según sus próximos resultados electorales, sean el germen de una Syriza a la española, y el PSOE tendría que decantarse entre subirse al carro conducido por unos advenedizos aurigas dispuestos a remover el sistema político español, en estado de metástasis profunda, o seguir el consejo del sabio Felipe González que aboga por una gran coalición con el adversario; el camino que marca el jarrón chino, según la acertada autodefinición de sí mismo que hace el viejo elefante del PSOE, supondría la ruina electoral del partido. Y mientras en el PSOE dirimen con las primarias quién va a ser el próximo secretario general tras la salida de Alfredo Pérez Rubalcaba, el PP está viendo como las posibilidades de seguir gobernando el país se le escapan de las manos por la irrupción de esa heterodoxa formación de nuevo cuño que ha cosechado un millón doscientos cincuenta mil votos y amenaza con duplicarlos o triplicarlos.
De unas ambiguas palabras de Pablo Iglesias en su conferencia en el Ritz, en las que habría tenido que estar mucho más contundente en la condena del terrorismo etarra, y de unas desafortunadísimas declaraciones antiguas en las que enviaba un saludo al entorno de ETA que trabaja para el acercamiento de sus presos y su liberación, ha hecho caldo gordo el diario El Mundo para quien el dirigente de Podemos, al que han vinculado con el régimen bolivariano de Venezuela, es un político a abatir a golpe de titular. Que el terrorismo de la banda ETA tiene un trasfondo político—la independencia del País Vasco y la implantación de un estado socialista—nadie lo pone en duda, pero pudo aprovechar la ocasión Pablo Iglesias para despejar cualquier sospecha de connivencia con la violencia criminal de la banda y quizá le faltó adjetivación a su condena. ETA causó dolor, sí, porque hizo del asesinato su forma de expresión y aterrorizó con su fascismo a la sociedad vasca mientras estuvo operativa. Si el dirigente de Podemos se hubiera expresado con esa contundencia no habría dado pie al cúmulo de descalificaciones que desde la prensa y parte de la clase política le llueven encima. Pero no lo hizo y muchos opinan que para no enemistarse con los abertzales. Su condena posterior al terrorismo queda ensombrecida por ese video que circula y en el que aparece saludando al entramado etarra, y por su vinculación con Herrira, la organización abertzale ilegal al cuidado de los presos de la banda. De nuevo el portavoz más visible de Podemos ha perdido una oportunidad para retractarse de esas expresiones amistosas del pasado con los que están próximos al terrorismo etarra y aclarar por qué Herrira lo tenía como su contacto en Madrid, según publica el diario El Mundo.
Debería mejorar Podemos su gabinete de comunicación al que le ha faltado agilidad para defenderse de esta andanada de acusaciones y haber aprovechado el momento para condenar y desmarcarse de las actividades terroristas de ETA y, de paso, pedir su inmediata disolución. No haciéndolo alienta dudas.
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