Contador vuelve a vencer el Giro de Italia
Por Fermín Caballero Bojart , 1 junio, 2015
ANSA/DANIEL DAL ZENNARO
Las carreras de tres semanas, Tour, Giro y Vuelta, son agotadoras. Por eso nadie ha vencido las tres el mismo año. Los ciclistas profesionales, siempre bajo sospecha popular, bien por aquellos inicios lejanos y tramposos en que atajaban cogiendo el tren, bien con el doping que todo deportista profesional debe eludir, o bien con la reciente sospecha de motores ocultos en las bicicletas, como digo los ciclistas profesionales, nunca serán reconocidos como el futbolista que vence la Champions. El fútbol huele a blanqueo, Hacienda pasa el rodillo y dirigentes de FIFA son detenidos. Pero los estadios se siguen llenando. Y una diferencia importante con el ciclismo es que las cunetas son gratuitas. Quizás por ello la UCI debe vigilar con mucho más celo sus arcas.
Cuando veo el gesto de triple victoria de Alberto Contador no pienso en el dinero que tuvo que devolver a la UCI, tras la sanción por clembuterol, porque lo reintegrarían (los Tour de Armstrong están vacantes y con eso si hacen caja), si no en el dinero que por daños y perjuicios hubieran conseguido todos aquellos ciclistas que hubieran visto dañada su imagen por acusaciones infundadas.
La UCI no tiene en cuenta criterios claros de sanción. Si Astana hubiera sido descalificado, Contador habría corrido el Giro sin tanto desgaste y habría afrontado el Tour sin el poderoso Nibali. Demasido fácil para un ciclista que fue sancionado por doping y al que se le busca un motor oculto en la bicicleta.
Con Astana fortalecido por la decisión de continuar con la licencia que le permite correr Giro, Tour y Vuelta, los corredores azul turquesa tenían que demostrar que su esfuerzo bien valía una inocencia. Y de principio a fin de la ronda italiana fueron el equipo mejor situado en todo momento, la squadra más potente en las subidas y los corredores que comandaron el pelotón en la mayoría de las ocasiones. Y a eso le tuvo que hacer frente Contador, a todo un equipo enrabietado, por lo que cada pedalada era entendida como una respuesta a algo que tenía que ver con el ciclismo y con esa historia de trampas que la UCI quiere limpiar de una vez por todas. Eso es lo que vuelvo a pensar cuando veo levantar a Alberto los dedos con la triple victoria.
Pienso en Landa, en el buen estado de forma con el que ha afrontado este Giro. En Aru y su prometedor futuro. En Movistar como equipo que ha cumplido sus objetivos. En la clasificación general sin los Astana; el segundo sería Andrey Amador a 8 minutos de la maglia rosa. En el Tour. Y más allá de todo ello, en los aficionados. Los ciclistas profesionales me comentan que es un mundo, el de ciclismo, fiel reflejo de la vida. Yo voy más allá cuando veo a Alberto levantar los tres dedos. Es algo que no lo es fútbol. No son las mismas cifras. No es el mismo trato. Si Landa no se quita la gorra ya hay revuelo en las redes. En la prensa. Si se pita el himno en un estadio dicen que hay una ofensa. La política forma parte de la vida futbolística, pero no del ciclismo. Aquí, en las dos ruedas, hay nacionalidades pero no rivalidades sociales. Hay unos hombres que apenas pueden con su cuerpo cuando se bajan de la bicicleta. Y si pasan unos estrictos controles y son acusados de dopajes pierden su honor como ciclistas. Pierden lo ganado, las pedaladas, los esfuerzos y las fatigas no sirven de nada. Todo eso se me ocurre cuando veo a Alberto llorar después de conquistar el Giro de Italia. Pero su honra, su orgullo, le pide que todos reconozcamos que es el tercer Giro de Italia que ha vencido. Vencer este Giro era una cuestión de honor
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