Contra el horror
Por José Luis Muñoz , 5 febrero, 2015
En una conferencia que impartí en la universidad de León meses atrás, y que versaba sobre el terrorismo, todos los terrorismos, dije que la meta última de esa lacra es paralizarnos mediante el horror que provocan sus acciones.
Quizá estén consiguiendo su diabólico objetivo: paralizándome, incapaz de digerir tanto horror diario. La última filmación snuff del Ejército Islámico, la armada del terror, muestra como abrasan en directo a un piloto jordano enjaulado al que capturaron días atrás. Los, hasta ahora, maestros en el degüello y la decapitación, se superan a sí mismos en cuanto a crueldad despiadada: no hay peor muerte que esa, que morir carbonizado. La filmación de esa atrocidad, como las de las anteriores, servirá de banderín de enganche de la Internacional Psicópata y tiene un efecto paralizante para sus adversarios. La película era celebrada y de visión obligada en los territorios que ocupa el EI, niños incluidos, niños que ya son utilizados como verdugos despiadados. La venganza no se ha hecho esperar: el gobierno jordano ha ejecutado a dos terroristas de Al Qaeda. Jordania, conmocionada por el salvaje asesinato de su soldado, exige venganza. Volvemos a lo primitivo. A la regresión.
En el otro extremo del mundo, en México, un narcoestado a un paso de ser un estado fallido, los cuerpos de los 43 de Iguala siguen sin aparecer. La masacre se orquestó con la colaboración de las autoridades locales en un país en donde el gobierno es incapaz de asegurar la vida de sus ciudadanos entre otras cosas porque muchas veces, desde instancias gubernamentales o aledañas, se producen esos asesinatos bestiales en connivencia con las bandas de narcos cuyos integrantes, en muchas ocasiones, han sido policías o militares.
Un fotógrafo mexicano, Edgar Olguín, ha tenido la brillante idea de desnudar a seis modelos en las calles del distrito federal y fotografiar sus cuerpos con leyendas de denuncia en sus pieles, con acusaciones directas a las autoridades mexicanas, y con el fin de que el caso no caiga en el olvido. En México es más alarmante un cuerpo desnudo que un cuerpo calcinado y desollado, dice el fotógrafo que realizó sus instantáneas en la calle o en el transporte público y ha recibido el apoyo de los familiares y amigos de los desaparecidos.
Un mensaje de vida, el de Edgar Olguín, ante tanta pornografía de la muerte que nos sacude a diario.
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