El Pablo Iglesias mediático
Por José Luis Muñoz , 6 diciembre, 2014
Finalmente la televisión pública, tras múltiples presiones, acogió al líder de Podemos durante casi media hora después de haberlo vetado de forma inexplicable durante todo este tiempo. Estuvo Pablo Iglesias incisivo y duro, fiel a su perfil labrado en mil apariciones televisivas, y bastante más preparado que en el round en el que Ana Pastor lo dejó KO. Acudió con su programa estrella, el económico, que le han elaborado los prestigiosos Vicenç Navarro y Juan Torres, que sigue suscitando muchas dudas, sobre todo de dónde van a salir esos millones de euros que se necesitan para recuperar el estado de bienestar que perdimos en la última década. Claro que el PP-PSOE también tuvieron programas económicos que de nada sirvieron, pues no se molestaron en aplicar, o lo aplicaron, como en el caso del PP, en sentido contrario, en claro fraude electoral. Cargó más contra el PSOE que contra el PP, por pura aritmética electoral, porque aspira a pescar más votos en el partido socialista que en de la derecha conservadora, y atizó el miedo a ese pacto institucional entre los dos partidos para cerrarle el paso hacia la Moncloa que, de llevarse a cabo, enterrará al partido fundado por el otro Pablo Iglesias. Abjuró públicamente de su comunismo, haciendo mención a que era algo sentimental, cuando en mi opinión no debiera haberlo hecho y asumir su pasado reciente, o su presente, diciendo que de momento esa utopía fracasada en cuanto se ha intentado poner en práctica, hay que dejarla para más adelante, quizá para nunca. Estuvo beligerante y extremadamente duro con Alfonso Rojo, viejo enemigo, al que, para responderle que había cumplido con todas sus obligaciones tributarias, y que nunca había pagado en negro a ninguno de sus colaboradores, como le acusa uno de ellos que acaba de publicar un libro, le hizo besar a lona con una lluvia de golpes cortos a la mandíbula que giraron en torno a la ética del periodista que últimamente tiene bastantes problemas en los tribunales. No sé de quién fue la idea de traer a Alfonso Rojo al plató, quizá fuera una condición impuesta por los directivos del ente público para subir más el share del programa. Me decepcionó, a mí en particular, su habitual tibieza a la hora de hablar de ETA, de sus excarcelaciones recientes, la más la de Santi Potros, uno de los peores terroristas de la historia que se estuvo bañando en sangre de inocentes durante un montón de años, refutando la afirmación al respecto del conductor del programa Sergio Martín, que ahí estuvo muy torpe con el Estará usted contento…, con que no hay que jugar con el dolor de las víctimas que podía haber cambiado por esta otra de que No hay que olvidar el dolor de las víctimas, con la que habría quedado mucho mejor si así lo siente, claro. Equiparar la lucha del IRA, como lo hizo, con la de ETA fue un error de bulto. El IRA era un ejército que combatía a otro ejército, el británico, en una Irlanda ocupada militarmente en la que dos facciones dirimían sus diferencias mediante la violencia desde muchos años atrás con víctimas entre los dos bandos, y el IRA cometió excesos execrables, repugnantes, como el ejército y la policía británicas. ETA acabó siendo una banda de fascistas matones y cobardes que asesinaba civiles. Pero no hay manera de que Pablo Iglesias abomine de los etarras, y ese es uno de los talones de Aquiles del líder de Podemos. Sostuvo su viraje hacia la socialdemocracia, su alejamiento de Venezuela, por ejemplo, cuando no corrigió al conductor del programa al afirmar éste que era uno de los países más corruptos del mundo, y su acercamiento a las democracias del norte de Europa. Se presentó como adalid de la lucha contra la corrupción, como ángel vengador que va a limpiar el putrefacto panorama de la actividad política en España, minimizando el asunto de Errejón, que, en efecto, es mínimo, y va a ser con esa bandera con la que va a intentar el asalto al cielo, el de la Moncloa.
Comentarios recientes