HASTA LAS PELOTAS

Hubo un tiempo en que el futbol era cosa de hombres y de fin de semana  y en el que su impacto mediático se limitaba a los suplementos de deportes, los programas del domingo y las tertulias del café los lunes por la mañana,  Era un tiempo en que los no futboleros podíamos encontrar alternativas, programas de radio sin futbol, periódicos en los que el tema se podía obviar saltándose las páginas de deporte. Hoy día hay partidos todos los días de la semana, todos los meses del año, en verano y en invierno, en España, Europa o en el último rincón del mundo.

Las noticias sobre el futbol y sus aledaños invaden el universo mediático, desplazando a programas de información y debate y se apoderan de las primeras páginas de los periódicos llamados serios. Torneos, ligas, copas, (de metal y de las otras) fichajes y ligues y rupturas se recogen y airean en prensa radio y televisión, mientras es difícil encontrar un programa cultural a ciertas horas.

Además el futbol, que era cosa de hombres se ha feminizado, y ya los días de ciertos partidos no puedes contar con las amigas para nada. Así que ante el riesgo de quedarme aislada socialmente he decidido futbolizarme. Ya sé que es un córner, un penalti y un libre indirecto, pero he de confesar que el fuera de juego se me resiste. Soy capaz de ver un partido por la tele y de oír su transmisión en un taxi sin saltar por la ventanilla. En fin, creo que con un poco de esfuerzo podría llegar a ser una buena aficionada capaz de hablar de medias puntas, falsos nueves, medio campo y hasta de campo entero. Si no fuera por un inconveniente insalvable. Cuando oigo la transmisión de un partido, ya sea por voluntad propia  o por la endeblez de los tabiques y escucho un gran berrido, el interminable berrido, el infinito berrido de goooooooooooollll. siento las ganas irrefrenables de agarrar a alguien por el cuello hasta conseguir el silencio total.