La escena mundial se viste de luto. Ha muerto Alfredo Alcón.
Por Sofía Basalo , 11 abril, 2014
Alfredo Alcón, uno de los actores más importantes del teatro argentino, fallecía el miércoles pasado en su casa de Buenos Aires debido a una complicación respiratoria. El intérprete, de 84 años, tuvo que ser intervenido hace un par de meses por una infección intestina. y se encontraba en la fase de rehabilitación.
Alfredo Félix Alcón Riesco nació en Ciudadela, en la provincia de Buenos Aires, el 3 de marzo de 1930. Provenía de una familia española, y trabajó en varias ocasiones en nuestro país, especialmente de la mano de Lluís Pasqual, que le dirigió en «La vida del Rey Eduardo II de Inglaterra», de Marlowe y Brecht (donde debutó Antonio Banderas), «El público», de García Lorca, o «Edipo XXI», sobre el mito clásico. Su último trabajo en España fue el montaje del CDN «El Rey Lear», de William Shakespeare, con dirección de Gerardo Vera.
En Argentina, Alfredo Alcón ha sido durante las últimas décadas un auténtico referente tanto en el teatro como en el cine. A mediados de los años cincuenta comenzó su colaboración cinematográfica con el ídolo Mirtha Legrand. Con ella rodó «El amor nunca muere», «Chiquita», «La pícara soñadora» y «Con gusto a rabia», entre otras. Protagonizó la película más taquillera de toda la historia del cine argentino, «Nazareno Cruz y el lobo» (1975), de Leonardo Favio.
También trabajó en el cine español, donde debutó con «Los inocentes» (1964), de Juan Antonio Bardem. Su última colaboración fue en «En la ciudad sin límites» (2002), de Antonio Hernández.
Pero fue en el teatro donde obtuvo el máximo reconocimiento. Su repertorio incluyó a Ibsen, Lorca, Arthur Miller, John Osborne, Engene O’Neill, Edward Albee, Tennessee Williams, Samuel Beckett, Marlowe y fue dirigido por figuras históricas como Margarita Xirgu.
Gran amigo de Norma Aleandro, ésta le dirigió a finales de los años noventa en un curioso trabajo donde colaboró con Julio Bocca. Éste bailaba mientras el actor recitaba el «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías».
En una de sus últimas entrevistas, a propósito del estreno de «Filosofía de vida», reflexionaba: «No me detengo a pensar -se recoge en “La Nación”- qué clase de vida llevo, porque un día quiero una cosa, y al siguiente, otra. Quizás puedo mirar hacia atrás y ver qué dibujos hice. Otros siguen como si fuese una brújula a una institución, religiosa o ideológica. Eso no es estar vivo. Es respirar según un molde y convertir tu alma en una cosa».
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