LAS AGENCIAS DE CALIFICACIÓN DE DEUDA Y EL VALOR DEL VOTO
Por Agustín Ramírez , 12 noviembre, 2015
Recientemente ha salido en los medios de comunicación la agria discusión entre el Ayuntamiento de Madrid y las agencias de calificación de deuda; en estas conversaciones las citadas agencias interrogan al gobierno municipal sobre lo que quieren hacer, como lo quieren hacer, donde lo quieren hacer y por qué lo quieren hacer; ¿Quiénes son estos señores para ejercer esa presión sobre un gobierno municipal democráticamente elegido? Pues son los representantes del poder financiero que con sus calificaciones de deuda condicionan a quien se le puede prestar dinero y a quien no, a cuanto se debe prestar el dinero y, por si lo anterior no fuese suficiente, no se cortan un pelo en insinuar que determinados comportamientos de un poder democrático pueden tener consecuencias muy negativas para el futuro.
Y ¿quienes son estas agencias de calificación de deuda o crédito? Estas empresas son organizaciones dedicadas a calificar la deuda de cualquier emisor: Estados, empresas, corporaciones públicas o corporaciones privadas. Las dos principales, Standard & Poor’s y Moody’s tienen una cuota de mercado, cada una de ellas, del 40% y sus propietarios principales son, en el caso de la primera, el gigante editorial McGraw-Hill y en el caso de la segunda, Berkshire Hathaway (el vehículo inversor del multimillonario Warren Buffet) y el fondo de inversión estadounidense Davis Selected Advisers.
Y ¿Cómo se financian estas agencias de calificación? Ellas cobran de los emisores de deuda, sirva como botón de muestra que el gobierno de España, anualmente paga a las agencias de calificación de deuda una cifra cercana al medio millón de euros anuales.
Y la siguiente pregunta, ¿qué calidad tienen sus calificaciones? Juzguen ustedes: S&P mantuvo la máxima calificación crediticia a Lehman Brothers hasta el momento de su quiebra, y algo muy parecido ocurrió con la aseguradora AIG, que ha sido uno de los mayores rescates económicos de la Historia, si no el mayor.
Y la última pregunta: ¿por qué son tan influyentes? Porque así lo quiere el poder real, el poder económico financiero; los inversores internacionales, el BCE y otros organismos del mismo pelaje requieren de sus calificaciones para efectuar sus préstamos e inversiones.
Otra observación: si es importante la calificación de una deuda, es casi más interesante la explicación de por qué mantienen, suben o bajan dicha calificación; en esa explicación está el mensaje de lo que, a su interesado juicio, debería hacerse o no hacerse.
Con Grecia en el recuerdo, veamos la calificación de S&P a Cataluña a mediados del pasado mes de octubre: “La perspectiva es negativa porque refleja nuestra expectativa de que las crecientes tensiones políticas entre el nuevo Gobierno catalán y el Gobierno español pueden interferir en la continuidad del acuerdo con el Gobierno central que permite a Cataluña afrontar el servicio de su deuda”; la conclusión es sencilla, sin ánimo de simplificar y desde mi perspectiva comentada en el primer párrafo: que nadie se salga del redil porque lo que ganen por los votos nosotros lo derrotamos con el dinero.
Conclusión: más que votar lo que dan ganar es de botar…a demasiados, incluso a aquellos que bajo la bandera de la independencia y el enemigo exterior, intentan ocultar y tapar las vergüenzas de sus recortes, pionero fue el gobierno catalán, así como el cobijo y la protección que mantienen ante la clase política corrupta que les amamantó.
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