Las encuestas las encarga el diablo
Por José Luis Muñoz , 9 agosto, 2015
Curiosa la encuesta última del CIS, la de agosto, publicada para que nos relajemos durante las vacaciones. Llamativa después de la debacle electoral del PP en las autonómicas y municipales, con una pérdida considerable de poder por coaliciones que lo han colocado fuera de las instituciones que gobernaba. El PP sube. El PSOE se queda como está. Podemos y Ciudadanos bajan. El bipartidismo, que ha gobernado el país durante toda la etapa democrática, se mantiene contra todo pronóstico y coge fuelle. La esperanza de cambio, se diluye como un azucarillo.
¿Son fiables las encuestas? ¿Para qué se hacen? ¿Cuál es su efecto perverso? Las encuestas son tan fiables como las estadísticas, es decir, nada. Las encuestas que inflaron, en su momento, el efecto Podemos después de vaticinar, errando, modestos resultados electorales en las europeas, lo han desinflado desde que la formación progresista empezó a tener claras opciones de gobierno y estaba iniciando el sorpasso del PSOE por la izquierda. Tras los peores resultados del PP en lo que lleva de legislatura, la encuesta salvadora del CIS le proyecta su mejor resultado para las generales. ¿Creíble? Las encuestas, según cómo, animan a votar, por ejemplo, para que el PP no obtenga la mayoría y le sea imposible gobernar la nación; pero también, a la vista del batacazo electoral, para levantar el castigo abstencionista y que lo voten en las próximas elecciones los que se han quedado en casa. A la vista del resultado de esa encuesta del CIS, parece ser que el voto que se ha fugado a Ciudadanos vuelve de nuevo al PP, y el de Podemos que se fugó a Ciudadanos, sigue instalado en el partido de Albert Rivera que no acaba de conseguir ese sorpasso por la derecha al partido de gobierno.
Si los datos fueran ciertos y se produjera ese resultado en las elecciones generales, la conclusión sería que el pueblo español se estaría pegando un tiro en la cabeza, algo que es muy libre de hacer. He visto rebaños de ovejas precipitarse al vacío porque la primera de ellas lo hacía. Votar al partido que ha institucionalizado la corrupción en España (que tres tesoreros estén imputados no es casual; que toda la cúpula del partido, incluido el presidente, se haya metido sobresueldos en el bolsillo, de origen dudoso, tampoco; que el dinero de los contribuyentes haya ido a una infinidad de obras inútiles, costosas, infladas, y a las correspondientes mordidas, más de los mismo); ha empobrecido sistemáticamente a su población con su disciplinada política austericida; ha rebajado sueldos y pensiones; ha laminado derechos políticos (ley mordaza que espero tumbe el TC) y laborales (institucionalización del contrato basura); ha subido hasta cincuenta veces los impuestos que había prometido bajar; intenta privatizar una y otra vez lo poco público que queda; ha endeudado el país hasta límites estratosféricos (1.040.387 millones de euros, 22.516 euros por habitante, un gobierno que prometió no gastar lo que no tenía; la deuda, desde que el PP asumió el gobierno, ha subido del 69,20 del PIB al 97,70 actual, lo que indica su extraordinaria labor), por lo que los hijos de los hijos de nuestros hijos tendrán que pagar, y engaña sistemáticamente a la ciudadanía con el mantra Hemos salido de la crisis, sería un suicidio civil que confío no llegue a producirse. Pero no puedo estar tranquilo, porque el ser humano, a lo largo de la historia de la humanidad, ha dado suficientes muestras de estupidez.
¿Tenemos el gobierno que nos merecemos? ¿Somos ovejas dispuestas a despeñarnos a la sima? Me gustaría una encuesta del CIS que sacara al PP del arco parlamentario, que es lo que se merece.
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