Lazos de sangre, de Guillaume Canet
Por José Luis Muñoz , 27 mayo, 2015
Lazos de sangre es una película que sabe a clásica desde sus primeros compases, los de ese vinilo que escucha un grupo de delincuentes en su guarida poco antes de que sea asaltada por la policía; a ese cine que, de cuando en cuando, nos regalaban tipos como William Friedkin, Donald Siegel pero, sobre todo, Sidney Lumet, artesanos de oro.
El espectador que vaya a ver Lazos de sangre se va a encontrar ante un thriller de una factura muy austera que se centra más en la historia y, sobre todo, en sus múltiples personajes, todo un entramado familiar, que en la acción pura y dura, aunque también la haya. Podría parecer, por el reparto, con la excepción de Marion Cotillard, esposa del director, y porque está rodada en la ciudad de Nueva York, que es una película norteamericana al cien por cien, pero el espectador se dará cuenta por detalles de que no, de que es una película con sello francés rodada en Estados Unidos—en realidad es un remake del film Liens de sang que Guillaume Canet interpretó en 2008—, así es que no espere ver persecuciones espectaculares de coches, destrozando unos cuantos por el camino, sino las mínimas y ajustadas, explosiones, una en el asalto al furgón del dinero, tiroteos ralentizados sino secos pistoletazos, sangre viscosa sino la que sale habitualmente de una herida, vaivén de cámara y planos sincopados ni nada por el estilo. Y tampoco espere ver a un protagonista cómodo, el delincuente Chris, que se deje dominar por la piedad; no, es despiadado, y así lo demuestra cuando asesina uno por uno a todos los que encuentra en un bar que asalta, incluido un chico, porque así es cómo actúa un criminal sin escrúpulos morales y con empatía de psicópata en la vida real, algo que en una película dirigida por un yanqui sería difícil de ver. Pero claro, Guillaume Canet (Boulogne-Billancourt, 1973), ganador del César al mejor director por No se lo digas a nadie en 2006, es francés, aunque el coguionista James Gray, judío de ascendencia rusa, sea alguien de Brooklyn que conoce muy bien su territorio, especialmente Litlle Odessa, barrio en donde se rueda casi toda Lazos de sangre y título también de un film suyo cuyo paralelismo con el de Guillaume Canet parece evidente.
Chris (Clive Owen) sale de la cárcel tras cumplir una larga condena. Su hermano Frank (Billy Crudup), que es un policía con un brillante historial, le espera a la salida con su hermana Marie (Lily Taylor) y Leon (James Caan), el padre, con la salud muy deteriorada. Frank hará todo lo posible por reintegrar a Chris a la sociedad, pero el trabajo como limpiador de retretes en una gasolinera no le satisface y, cuando se le presente la oportunidad, vuelve a su antigua actividad como atracador, dando un par de golpes, y proxeneta, utilizando a su exmujer Monica (Marion Cotillard), una italiana que ejerce la prostitución, para montar un burdel que la convierta en madame y la aleje de la calle porque es la madre de sus dos hijos. Por su parte el policía Frank reanuda su tormentosa relación con la atractiva mujer de color Vanessa (Zoe Saldana), aprovechando que encierra a su marido Scarfo (Matthias Schoenaerts, el oficial alemán de Suite francesa en una de sus composiciones como villano al estilo de La entrega en las que tan a gusto se siente el actor belga). Cuando el policía Frank se entere de las actividades delictivas de su hermano Chris se le presentará un dilema crucial: ¿Va a actuar como agente de la ley y el orden o va a dejarse guiar por los lazos de sangre? Y exactamente le ocurrirá lo mismo a Frank con él poco después: ¿Va a actuar como delincuente despiadado o va a dejarse guiar por los lazos de sangre?
Lazos de sangre tiene un guion sólido y complejo que corre el peligro de dispersión por el número de personajes, todos dentro del círculo familiar, hasta el punto que tiene estructura de serie televisiva y así la puede ver el espectador, y sería casi una mejor serie televisiva vista en episodios de media hora que película de casi dos horas de metraje. Guillaume Canet radiografía una familia de los bajos fondos neoyorquinos cuyos hijos se criaron en la calle bajo la tutela de un padre, de pasado quizá también turbio pero sobre el que no se dan muchas pistas, al que la madre abandonó, y sitúa a cada uno de ellos a uno y otro lado de la ley. De esa relación conflictiva entre hermanos, que arranca de un asalto domiciliario cometido cuando los dos eran dos adolescentes, que encarnan el bien y el mal respectivamente, aunque con matices—Chris mata sin piedad, pero es capaz de llorar por su padre, cuidar a su manera de su exmujer y amar con ilusión de adolescente a su novia Natalie (Mila Kunis), del mismo modo que podemos sospechar que las prisas de Frank por poner a Scarfo entre rejas tengan que ver con reanudar su relación con su mujer—arranca este denso drama que Guillaume Canet ha ambientado en los años sesenta/ setenta con todo detalle (coches, trajes, peinados, hasta paleta cromática con ocres y grises desvaídos y la textura sucia de la imagen) y una banda sonora impecable de la época.
Lazos de sangre de beneficia de unas interpretaciones de lujo, sobre todo por parte de Clive Owen, soberbio en su papel de despiadado delincuente y hermano mayor ejerciente, un Caín, frente a la rectitud moral de Frank, un Abel, sólo que Dios, en este caso Leon, su padre, el veterano James Caan, prefiere al primero que al segundo, y éste, en uno de los paradójicos rasgos de humanidad del sanguinario delincuente, adora a su progenitor.
La violencia es seca, cortante, pero efectiva. Sangre, la justa, sin excesos de hemoglobina. Sexo, casi siempre sugerido—Monica le propone a su exmarido Chris acostarse para inaugurar el burdel; Frank hace el amor con Vanessa bajo el puente de Manhattan tras una desgarradora discusión—imitando hasta en esto la pudibundez que existía en la década sesenta/setenta para este tipo de escenas.
Hay secuencias prodigiosas en el film de Guillaume Canet, de las que quedan en la retina por su aroma a clásico, como esos tres golpes que da el policía Frank en la mesa, para tratar de reparar los que no dio en su momento, mientras Chris mira viejas películas familiares que le ha legado su padre Leo; o la secuencia final en Central Station, resuelta con una economía de medios impecable y huyendo del gran espectáculo.
Lazos de sangre ha tardado un año en ser estrenada en España y recibió por parte de toda la crítica especializada un varapalo considerable. No puedo estar más en desacuerdo con todas las opiniones vertidas contra ella. La película de Guillaume Canet es una excelente aportación al género negro, un homenaje a los grandes maestros norteamericanos que facturaron algunas de sus mejores películas en los años sesenta/setenta. Me recordó a Bullit, French Conection, Serpico, Taxi driver y tantas otras sin ser un pastiche. Vean y juzguen.
Título original: Blood Ties
País: Francia
Año: 2013
Género: Thriller
Duración; 144 minutos
Director: Guillaume Canet
Estreno en España: 22/05/2015
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