Los tipos que siempre sonríen
Por José Luis Muñoz , 26 junio, 2015
Me dan miedo los tipos que sonríen. Maticemos. Los que sonríen a todas horas sin que haya motivo para esas sonrisas. Puntualicemos. El nuevo, viejo, fichaje del PP, que también se llama Pablo, pero Casado. Ropa cara, con o sin corbata, buen corte de pelo y sonrisa a todas horas, aunque le estén insultando o tenga una piedra en el riñón. A meses de su más que previsible debacle electoral definitivo, que será un sano ejercicio de democracia, el PP apuesta por caras telegénicas y sin arrugas para decir que son un partido joven. Pero si miramos detenidamente a Pablo Casado, asiduo a las tertulias televisivas y a tomarse unas birras en un bar con otros jóvenes de su partido, no es tan nuevo. Pablo Casado viene bendecido por José María Aznar, es decir, por la derecha de la derecha del partido que, por ahora, nos gobierna. Ese muchacho fue adoctrinado en las FAES, esa facultad ideológica de lo rancio que capitanea el expresidente que anda muy callado desde el batacazo de su formación política. Y también lo quiere para sí el apacible Mariano Rajoy.
Ahora, que parece que todo el mundo está hurgando en el pasado (hurguemos en el pasado de José María Aznar y veremos qué perlas nos encontramos) y que las cuentas de twitter tienen más riesgo que las de Suiza, salen unas declaraciones de esa joven promesa que es Pablo Casado con la que el PP pretende rejuvenecerse. El que un carca llame carcas a los progresistas es pecata minuta. No se ha mirado en el espejo, o la sonrisa de la mañana le impide mirarse en él. Más grave fue lo que dijo de los familiares de los asesinados por el franquismo que buscan a sus muertos en las cunetas. Lo hacen por dinero, afirmó, y no en twitter sino en un mitin, en donde también a los políticos se les calienta la boca. En ese caso, y no sé por qué, la escrupulosa fiscalía no actuó. Vaya usted a saber. Sí con los twitts del mil veces linchado Guillermo Zapata. Pero hay una enorme diferencia entre los twitts de Guillermo Zapata, que no hacen maldita gracia a nadie, y el calentamiento de boca del joven cachorro del PP que siempre está sonriendo. Mientras el concejal de Podemos no creía que hubiera que meter a los judíos en un cenicero, ni que Irene Villa, que no ha hecho otra cosa que reírse de toda esta tramoya judicial montada a su costa, fuera al cementerio de las niñas de Alcásser a buscar repuestos, sino que estaba reproduciendo chistes de pésimo gusto que indicaban hasta dónde llegaba el humor negro en este país, el dirigente del PP sí que creía que los familiares de las víctimas del franquismo buscaban sus restos por las cunetas por dinero, ofendiéndolas. Gran diferencia. Pablo Casado no contaba un chiste, dictaba opinión y la frase tenía su copyright.
La fiscalía pide la imputación de Guillermo Zapata por reproducir chistes espantosos, y los atestados juzgados tendrán que dedicar parte de su tiempo a dilucidar de si en esa estupidez hubo o no delito cuando se les acumulan causas por corrupción de toda esa gentuza que ha arruinado al país y se dicen patriotas. Muy escrupulosos. Quizá se creen muchos puestos de trabajo a partir de ahora, introduciendo chivatos en todas las barras de bares, para ver qué chistes suelta el personal, o investigando la autoría real de esos chistes que la gente reproduce. ¿Quién te lo contó? ¿Y a ti quién te lo contó? Hasta el infinito. Quizá habría que juzgar y meter en la cárcel a cientos de miles de españoles que reproducen chistes de esa ralea, que no comparto, porque no me hacen gracia, pero que se cuentan en bares, tertulias, fiestas y cuarteles. Vamos hacia lo políticamente correcto made in USA y podemos acabar en la perversión del lenguaje (tortura/ interrogatorio reforzado). Y mientras tanto, Pablo Casado sonríe porque a él nadie le imputa, ni siquiera cuando tilda de nazi y enaltecedor del terrorismo a alguien que él sabe que no lo es.
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