Papa Francisco, Liderazgo siglo XXI
Por Juliano Oscar Ortiz , 7 abril, 2014
Toda institución que busque ser exitosa y que persiga objetivos definidos debe ser considerada como una empresa. La Iglesia Católica que viene sufriendo la pérdida de creyentes a un ritmo paulatino, cuestionada por sus principios dogmáticos y lejanos a las necesidades de la gente, el papa Francisco ha cambiado el paradigma del cargo que ocupa transformándose en un ejemplo de liderazgo, entendimiento e inspiración para los miles de millones de personas que abrazan la creencia cristiana y para todos aquellos que deseen un mensaje de amor y paz.
La Iglesia romana es una empresa con un poder económico enorme, con un universo social inigualable y con la posibilidad de comunicar su mensaje en los rincones más alejados del planeta. Su nuevo líder, el Papa Francisco, toma las enseñanzas jesuitas y encara su papado con un estilo humanista y moderno que sorprenden al mundo. Esta empresa del espíritu apunta a despojarse de cuestiones que hasta ahora la separaban cada vez más del hombre común. Francisco es quién pontifica la humildad, la sencillez, el amor, la acción y un compromiso genuino por educar y brindar su mensaje, desde la convicción y la responsabilidad que le otorga su alto lugar de trabajo. Es el mismo que se autodenomina primer servidor y que al mismo tiempo pide que recen por él.
El llamado Efecto Francisco tiene las siguientes características:
Conocimiento
“Es fundamental que uno piense lo que siente y lo que hace; sienta lo que piensa y lo que hace, y haga lo que piense y siente. Que ejercite el lenguaje de la cabeza, del corazón y de las manos”. Si bien es un gran lector y estudioso, aplica el principio de que la educación es la comunión de mente, cuerpo y alma en beneficio del aprendizaje. Una persona que adquiera vastos conocimientos nunca podrá ser libre y equilibrada si no tiene una alta inteligencia emocional y espiritual. En una entrevista Francisco declaraba “No tengo todas las respuestas, ni tengo todas las preguntas”.
Empatía.
Dice Francisco, “Autoridad viene de augere que quiere decir hacer crecer. La represión es una deformación de la autoridad que, en su recto ejercicio, implica crear un espacio para que la persona pueda crecer. Alguien con autoridad es alguien capaz de crear un espacio de crecimiento”. Este Papa acepta la opinión de todos aquellos que le expresen sus divergencias, toma esa discusión como una posibilidad para mejorar y debatir cada idea. Escucha a quienes en el pasado supieron demostrarle desprecio y actúa sin rencor.
Disposición a reformar
Nadie puede ser tan ingenuo como para pensar que se puede cambiar del día a la noche, una institución con más de 2000 años de antigüedad. Francisco en el poco tiempo que lleva ha realizado más cambios estructurales que sus antecesores. Seleccionó a un grupo de cardenales para que sean sus asesores, dejando de lado a la más ortodoxa curia romana, con el ánimo de debatir y analizar muchos puntos que se le discutían a la Iglesia.
Humildad
Jorge Bergoglio toda su vida fue un ejemplo de sencillez y humildad, por lo que no extrañó, a aquellos que lo conocían que, una vez elegido, se manejara de la misma manera. Pagó su cuenta de hotel de su bolsillo, viajó en autobús junto a la gente, deja a un lado todos los lujos y beneficios que gozaban los anteriores papas propios de reyes, para pontificar desde la sencillez y la humildad. Su habitación es la de cualquier monje. Sus zapatos son los mismos que usaba en Buenos Aires. Es coherente hoy en el máximo cargo como lo fue durante toda su vida de sacerdote.
Comunicación
Su mensaje es claro y directo, sin vueltas. Sabe que una palabra suya es un hecho importante y lo utiliza con inteligencia y responsabilidad. Maneja su alto cargo con seguridad, no es ambivalente en sus declaraciones. Alejado de las ortodoxias que desgastaron la popularidad de la Iglesia, viene a acercar antes que alejar. Sabe usar las redes sociales y las nuevas tecnologías para llegar y hacerse comprender. Escucha y explica con conceptos precisos sus pensamientos.
Fortaleza
Al despedir a la presidenta brasileña Dilma Roussef Presidenta de Brasil, el Papa le dio un consejo de su propia experiencia como rector del Colegio Máximo de San Miguel, y cardenal arzobispo de Buenos Aires: “Recuerde: fuerte pero con ternura”. Se enfrentó sin dudarlo, a fuerzas enquistadas dentro de la Iglesia que manejaban la corrupción. Tomó decisiones que otros papas prefirieron evitar. Hace de su papado un constante ejercicio de la ética y el compromiso. El líder debe asumir riesgos.
Acción
Como buen jesuita, comulga y practica las características que hicieron de la orden famosa; reunir un personal multifuncional y colaborativo, gestionar a través de las fronteras, idear y hacer circular incansablemente las mejores prácticas, y diferenciarse de aquellos que buscan el resultado antes que disfrutar el camino. Los jesuitas tenían dedicación absoluta a un modo particular de trabajar y de vivir, a una vida en la cual se integraban los principios más íntimos y básicos del liderazgo, es decir, el conocimiento de sí mismos, el ingenio, el amor y la capacidad de dar”.
Como señala en su libro Chris Lowney “El liderazgo al estilo de los jesuitas”, éstos fueron enseñados para que “entendieran sus fortalezas, sus debilidades, sus valores y tuvieran una visión del mundo; innovaran confiadamente y se adaptaran a un mundo cambiante; trataran al prójimo con amor y una actitud positiva; y se fortalecieran a sí mismos y a los demás con aspiraciones heroicas”. El papa Francisco es un fiel ejemplo de estas premisas .
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