PARA UNA NUEVA POLÍTICA, NUEVAS POLÍTICAS
Por Agustín Ramírez , 30 abril, 2015
Esperanza Aguirre, candidata del Partido Popular a la alcaldía de Madrid, ha declarado que las personas que duermen en las calles de Madrid deben ser retiradas de ellas porque ahuyentan el turismo, negocio que es una de las fuentes principales de ingresos del ayuntamiento, y deberían estar recogidos en los centros sociales que hay en la ciudad.
Rita Barberá, candidata del Partido Popular a la alcaldía de Valencia, ha condicionado la concesión de becas comedor a los niños cuyos padres mantengan algún tipo de deuda con el ayuntamiento; esta decisión afecta concretamente a 52 niños pertenecientes a familias en riesgo de exclusión social.
Mariano Rajoy, jefe de Gobierno, defiende la gestión realizada basándose en la mejora de los datos macroeconómicos y confía en que esa tendencia de la economía le lleve a ganar las elecciones, y lo más grave, es que puede suceder.
Estos tres ejemplos ponen de manifiesto a donde nos lleva este tipo de políticas: al crecimiento de la desigualdad social, al aumento del número de parados sin cobertura económica alguna, al aumento del número de familias sin ingreso alguno, a los desahucios a familias con problemas para pagar la vivienda, a la negativa gubernamental para impedir el corte de luz a familias que no la pueden pagar, al crecimiento del número de niños que carecen de comida, salvo la que reciben en los colegios, a los recortes en sanidad, a los recortes en educación,al descenso de las retribuciones salariales, al incremento de los contratos basura –en condiciones económicas y laborales tales que no permiten que una persona con un trabajo pueda vivir de él y llegar a final de mes, convirtiendo la expresión mileurista en un plazo de dos años en una palabra que ya no representa un desprecio sino un deseo-, a la amnistía fiscal, al endurecimiento de los límites a la libertad de reunión y de expresión –ley mordaza-. Estas han sido las consecuencias de la política llevada a cabo por el gobierno actual.
El rechazo a estas políticas debería de ser objeto de puesta en común por quienes no estén de acuerdo con ellas y servir de base para una nueva política; para una política de regeneración democrática, que esté al servicio de los más necesitados, que combata la corrupción, que sea transparente y que no esté sometida al dictado de la troika (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo), representación política de las oligarquías financieras.
La reforma de la Constitución de 1978, la reforma de la ley electoral, la reorganización de las administraciones públicas -incluidas las empresas públicas y los organismos autónomos-, de la organización territorial del Estado, la abolición del artículo 135 reformado, la inversión en sanidad, educación, justicia, investigación científica. Todas estas cuestiones tienen que estar en la base de un proyecto de regeneración democrática que permita aplicar las políticas que hemos señalado.
Las próximas elecciones municipales y autonómicas nos darán una idea de hasta que punto la ciudadanía está dispuesta a aceptar cambios reales en sus políticas más cercanas, en sus políticas locales, para, de cara a las elecciones generales previstas para finales de año, establecer una puesta en común de proyectos políticos que posibiliten un cambio y, este cambio, solo puede ser posible, al menos teóricamente, si la ciudadanía está detrás apoyando esta plataforma de cambio,lo que implica dos sujetos de responsabilidad: uno, los ciudadanos, otro, los electos, con su comportamiento de transparencia e información a sus electores.
Que todos recuerden que para ser elegidos y apoyados en este proceso nuevo, las ambiciones menores deben dejarse de lado, la generosidad debe ser la base para constituir esa nueva plataforma,y las promesas deben de ser: qué se quiere hacer, e informar de quienes no permitirían hacerlo, por qué y sus alternativas.
Pero como dice el profesor Mikel Aramburu Zudaire en su artículo “Republicanismo y regeneración democrática” (2014): “con todo, una profunda transformación de la sociedad y de la vida política sólo vendrá de la ciudadanía organizada que, desde abajo, construya un contrapoder que cuestione en lo cotidiano y en pequeñas prácticas la hegemonía neoliberal imperante”.
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