¿Por qué Obama no fue Charlie Hebdo?
Por Irene Zoe Alameda , 16 enero, 2015
En la última semana, desde que tuvo lugar la matanza en París por parte de asesinos que actuaban en nombre del Islam, muchos se han preguntado por la ambigua reacción de los EE UU ante el último golpe del extremismo yihadista. La ausencia de Obama de la manifestación del pasado domingo en Francia, bajo el lema “Je suis Charlie Hebdo” ha sumido en la perplejidad a los países europeos. Esa perplejidad se ha visto aumentada por la reacción del portavoz de la Casa Blanca, quien al ser preguntado sobre tan llamativa ausencia, admitió que tal vez alguien de más nivel que el embajador americano en la capital francesa debería haber acompañado a la comitiva.
La prensa extranjera que asistió a aquella rueda de prensa no supo interpretar el forzado laconismo de Josh Earnest. Sin embargo, el lenguaje de la diplomacia se basa más en los silencios que en las discusiones incómodas. Y este pequeño detalle parece habérseles pasado por alto a los analistas políticos. Es los EE UU un país erigido sobre los principios fundamentales de la revolución francesa: libertad e igualdad. No es fácil basar una convivencia sobre dos pilares que a menudo pueden entrar en conflicto: ¿cuáles son los límites en una sociedad plural (multicultural, multiétnica, plurirreligiosa) en la que la libertad de culto garantiza la igualdad de derechos de todos los ciudadanos?
A menudo, los europeos apoyan su irreverencia en el hecho de que ellos son los primeros en reírse de su dios, de sus instituciones, de sus mitos. No obstante, no debemos pasar por alto que tratar de extender esa irreverencia a los demás no deja de ser una imposición, una colonización cultural. Un país como los EE UU lo tiene claro, y por ese motivo la extrema corrección política (a menudo entendida como puritanismo religioso) es la base de la convivencia. No en vano, el último censo de religiones elaborado entre 2009 y 2011 cifraba en 236 los grupos religiosos activos en el país, que van desde todo el elenco cristiano hasta judíos, budistas, musulmanes, hindúes e incluso religiones de los indios nativos.
Así las cosas, los medios estadounidenses han descrito la última portada de Charlie Hebdo, pero bajo ningún concepto la han reproducido. ¿Por qué? Porque una parte de su población es musulmana y considera un sacrilegio representar a su profeta, mucho más si cabe en una caricatura.
Obama fue uno de los primeros líderes mundiales en condenar enérgicamente los asesinatos y en expresar su solidaridad con las víctimas; pero decidió que jamás refrendaría con su presencia una manifestación que no sólo condenaba los atentados, sino que reivindicaba bajo el lema “Je suis Charlie Hebdo” el derecho a mofarse de una figura sagrada para los musulmanes. Para Obama eso es libertad: no sufrir la irreverencia y la burla por parte de tus iguales; dentro y fuera de casa.
En el lenguaje de la diplomacia, la ausencia del presidente de los EE UU en la manifestación de París fue una sonora declaración de principios.
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