«STAR WARS: El despertar de la Fuerza», la resurrección de una saga
Por Mario Blázquez , 30 diciembre, 2015
La espera de una nueva entrega de Star Wars durante los 16 años que separaban “Episodio VI: El retorno del Jedi” (1983) de “Episodio I: La amenaza fantasma” (1999) había sido un simulacro. Resulta difícil asumir el batacazo que supuso ese esperado regreso de George Lucas, tanto que hasta no hace mucho seguíamos empeñados en rebuscar algo justificable o poner excusas para seguir vinculando una trilogía con la anterior. Ahora, 32 años después, sí podemos considerar que la saga de Star Wars ha vuelto. Cómo ha cambiado todo desde que en 2005, con “Episodio III: La venganza de los Sith”, finalizase esa decepcionante y frustrante segunda trilogía. Las primeras buenas sensaciones sobre “Episodio VII: El despertar de la Fuerza” ya se vislumbraban en los diferentes trailers que iban llegando con una calculada expectación.
La saga quedará como un importante reflejo de lo que era y cómo entendimos la tecnología desde aquellos finales de los 70 hasta nuestros días. Para los que vivieron la primera trilogía, Star Wars era un referente, no se hacían películas aquella época con efectos especiales tan espectaculares; ninguna historia de fantasía, por poco original que fuese, supo conectar de manera tan precisa con niños y adultos. Se seguían alquilando en VHS y se revisaban una y otra vez sin cansancio, con la misma sorpresa y satisfacción de comprobar que no había nada igual. El paso de los años coronó esa trilogía con el honor de clásico incontestable.
Para aquellos mismos supuso un acontecimiento aquél verano de 1999: los corazones estallaban cuando sonaban los primeros acordes de la 20th Century Fox, seguidos del “Main Title”, la composición galáctica de John Williams, mientras esas célebres letras amarillas salían desde debajo de la pantalla hasta desaparecer por la parte de arriba. Lamentablemente, aquella segunda trilogía no consiguió conectar con la anterior. Los veteranos fans echaron en falta los efectos especiales de maquetas y las naves viejas como aquél maravilloso montón de chatarra del Halcón Milenario o los villanos con careta de cartón. Toda esa magia se había volatilizado al ser sustituida por la frialdad artificial de millones de pixels inundando un croma verde. Y peor aún, a las nuevas generaciones que nunca tuvieron las mismas palpitaciones por la anterior trilogía tampoco consiguió engancharles.
Así pues, la misión de resucitar la saga con “Episodio VII: El despertar de la Fuerza” era bastante complicada pero sencilla a la vez. No había que contentar a veteranos y nuevos fans, sólo ser capaz de conectar con el “Episodio VI: El retorno del Jedi”, tratando de huir de la indiferencia de la anterior y moderna trilogía. Por eso esta nueva entrega respira tanto déjà vu. Aparte de innumerables guiños o paralelismos con la primera trilogía, cada nuevo personaje parece estar presentándose y relevando a su vez a uno anterior: Rey (además de tener un parecido más que sospechoso con la princesa Leia) a Luke Skywalker; el piloto Poe Dameron a Han Solo; el desertor Finn a Lando Calrissian; el nuevo villano con máscara Kylo Ren a Darth Vader; el androide rodante BB-8 a R2-D2… incluso Luke Skywalker parece que va a convertirse en Obi-Wan Kenobi.
Durante las más de dos horas se puede ver como “El despertar de la Fuerza” parece un lienzo sobre el que se han compilado pinceladas de los tres episodios de la primera saga y se ha mimado hasta el exceso no olvidarse de nada. Lo que importa son las emociones y, esta vez sí, uno tiene la sensación de que estas imágenes captan aquello que se vivió hace tanto tiempo en una galaxia lejana. Hay quien argumentará que el guion es bastante flojo pero, ¿realmente ha sido alguna vez el punto fuerte de esta saga? Resultar espectacular, entretener y recobrar la estética perdida era la verdadera misión. J.J. Abrams la cumple con oficio y la resuelve con eficacia, no podemos decir que aporte nada personal como autor, pero dadas las circunstancias ésta es casi la mejor noticia. Ya hemos escarmentado demasiado con el sello que quiso imprimirle George Lucas. Al final podemos hasta temer que J.J. Abrams haya puesto el listón demasiado alto, ahora que parece que Star Wars, en manos de Disney, ha despertado y se prevén varias secuelas y no otra trilogía con película cada tres años. Abrams no repite en el Episodio VIII y varios directores tendrán que lidiar con este buen camino emprendido y afianzar más a estos personajes que, de entrada, han quedado en un segundo plano y no han conseguido aún el carisma que conseguían ya sólo en la primera entrega Han Solo, Luke Skywalker, Leia, Obi-Wan Kenobi y un largo etcétera.
En definitiva, Star Wars ofrece todo lo que se espera, tanto que adolece de cierta previsibilidad. Pero de esto se trataba, no había lugar a experimentos, y no se le puede hacer una mejor crítica que decir que la saga ha vuelto y no tuvimos que esperar a ese fatídico 1999, sino al 2015. Nadie saldrá decepcionado de la sala, sólo aturdido, sin querer reflexionar si la película es buena o mala, lo importante es que uno vuelve a ser niño y divertirse de verdad.
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