Una sopa sin fideos solo es caldo
Por Redacción , 3 septiembre, 2014
Los teléfonos han dejado de sonar cada dos minutos en Concha Espina. El mercado ha puesto punto y final a decenas de rumores y de supuestas altas y bajas. Estamos los que estamos, y no hay vuelta de hoja. La ventana de fichajes se ha cerrado de golpe, y a más de uno le ha pillado sin bufanda.
Por primera vez en muchos años, el Real Madrid ha ingresado prácticamente lo mismo que ha gastado. Algo inusual en la era Florentino Pérez, y que pone de manifiesto dos cosas: la primera, que el Presidente manda por encima de clanes y representantes acaparadores; la segunda, que los equipos exigen al Madrid demasiado por cualquier jugador. Y el Madrid ha sabido decir no.
Entre lo más destacado, la llegada en la portería del costarricense Keylor Navas. Su gran mundial y su baja cláusula de rescisión (10 millones de euros) le convirtieron en una golosina en la puerta de un colegio. Y su fichaje parece ser un espolón para un Íker Casillas que deberá volver a demostrar que quiere seguir agrandando su leyenda. Además, la llegada de Toni Kroos puede ser, sin duda, el mejor fichaje del Madrid después de Carvajal en los últimos tres años. Clase, templanza y juego es lo que desprende el alemán cada vez que se viste de corto.
Lo más discutible, entre lo que ha llegado, se lo lleva James Rodríguez. Un jugador que aún no está claro si era necesario para el campeón de Copa y Liga de Campeones, y que sigue sin encontrar su sitio ni su juego. Ese que le hizo brillar en el pasado Mundial de Brasil. Y puede que las razones de este nerviosismo agitado sea que si a un mediapunta le pones a jugar de volante, le cueste adaptación. Aunque algo escapa de toda duda: hay que correr, hay que subir y no olvidarse de bajar. Con eso se puede suplir cualquier cambio de posición. Actitud.
A última hora, el día 31, cuando todo el mundo quería ver a Radamel Falcao vestido de blanco (y Jorge Mendes el que más), la noticia de la cesión de «Chicharito» Hernández, sacudió al madridismo. Una cesión para uno de los mejores equipos del mundo queda algo deslucida. A no ser que el bueno de Carlo tenga en sus ideas algo con lo que volver a sorprendernos. Merece el beneficio de la duda, después de la pasada temporada.
Sin embargo, escuecen los ojos al mirar al apartado de salidas. A la de Morata a la Juventus, hay que sumar las de Xabi Alonso al Bayern de Múnich, la de Casemiro al Oporto, la de Diego López al Milán y la de Ángel Di María al Manchester United. Muchas salidas para un bloque que ha rozado el triplete y que tenía una proyección de futuro más que prometedora.
Aunque, por destacar a alguien, la salida del extremo argentino Ángel Di María parece haber sido la más sensible, teniendo en cuenta el bajón de forma de Alonso en los últimos meses (a pesar de que nadie lucirá un traje con tanta elegancia en Chamartín). El fideo ha explotado esta temporada, y sus pretensiones y su caché de súper estrella le han puesto rumbo a Inglaterra. Necesitaba una banda sobre la que poder dirigir a un equipo bajo sus pies. Y en el Bernabéu ya las surcan Ronaldo y Bale. Demasiadas estrellas para tan pocos puestos. Si bien, es innegable poner en duda la entrega y la lucha del rosarino en cada partido, pese a sus quejas en zona mixta o sus «acomodos» de cara a la grada tras escuchar pitos. Todo esto se suple entre las líneas de cal con creces.
Por tanto, si el Madrid pretende luchar por todas las competiciones, debe asentar de nuevo al equipo, establecer con claridad los roles y hacerles ver que la presión y las ayudas de los delanteros son fundamentales. Mantener al equipo unido, y que no se parta de medio campo hacia arriba. Porque una sopa sin fideos que roben balones, solo es caldo. Y el Real Madrid necesita once fideos.
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