«Del Revés» (2015) de Pete Docter. La Psicología de las Emociones en el Cine.
Por Aníbal Monasterio , 24 julio, 2015
Nada de spoilers, lo prometo. Pero a nada que hayas leído una breve sinopsis de la película “Del Revés” sabrás que su trama trata del funcionamiento de la mente/cerebro de una niña de 11 años llamada Riley y es sobre la investigación científica de las emociones y su representación en el cine de lo que hablaré más que de una crítica específica del film.
Pixar, la productora y estudio de animación norteamericana especializada en gráficos 3D y que fue comprada por Disney en el año 2006, tiene una especial querencia por las profesiones contemporáneas. Se puede decir que algunas profesiones tienen gracias a Pixar su película de cabecera. Los cocineros/as y hosteleros/as tienen “Ratatouille”; los mecánicos/as “Cars”; según cómo lo mires los hombres y mujeres de negocios y empresarios/as “Monsters S.A.”; los académicos/as “Monsters University” y los jugueteros/as “Toy Story”. Ahora los psicólogos/as, y todo aquel especialista en la mente/cerebro, tienen “Del Revés”. Sin embargo, la representación dramatizada o ficcionalizada de la Psicología de las Emociones no sale bien parada.
En un artículo de opinión (pincha aquí) del pasado día 19 de julio publicada en el magazine “Salon” el prestigioso neurocientífico Joseph LeDoux, especializado en cómo nuestro cerebro procesa información emocional, dice que podemos reírnos y llorar con el viaje emocional de Riley, personaje principal, pero duda que las emociones funcionen de la forma en la que se representan en el film. LeDoux protesta que solo se dé cabida a una visión científica del funcionamiento de las emociones en el film: la teoría darwiniana de las 6 emociones básicas (en el film falta una), sin reconocer que a pesar de que se ajuste a la intuición de sentido común del día a día de las personas sobre la naturaleza de las emociones, esta teoría es controvertida en la comunidad científica. Uno podría pensar que una película de animación para un público infantil no es lo mismo que un manual o tratado de Psicología, pero el propio LeDoux aduce en una red social comentando el revuelo que han levantado sus palabras acerca del film que las películas conforman los pensamientos, creencias y sentimientos de los niños; sobre todo si es una película sobre los pensamientos, creencias y sentimientos de los niños. Estoy de acuerdo con Ledoux y según en qué película no hay que activar la suspensión de la incredulidad porque el cine es un gran instrumento de educación implícita y como tal tiene que ser lo más verídico posible.
La película se adhiere a una visión científica de las emociones y esto importa, de hecho al director de la película le ha importado. Si te quedas hasta el final de los créditos de la película cuando vayas al cine verás que en la sección de agradecimientos especiales se reconoce el asesoramiento de dos expertos en la teoría darwiniana de las emociones básicas: Paul Ekman y Dacher Keltner. Como cuentan ambos en una editorial de hace dos semanas publicada en el The New York Times (pincha aquí), hace cinco años el director y guionista, Pete Docter, contactó con ellos para ver cómo podía retratar el funcionamiento de las emociones en el interior de una persona (su cabeza) y cómo estas se manifiestan al exterior y afectan las reacciones de otras personas. En términos generales, la representación en el film del funcionamiento de la memoria se ha sabido recoger y se muestra el consenso científico existente de que las emociones “colorean” el modo en que recordamos el pasado. El consenso sobre el funcionamiento de las emociones es más difícil y no queda bien reflejado en el film, aunque hay que destacar que se desmitifica la emoción de la tristeza como esencialmente negativa y se destaca su función de unión ante la perdida.
La cabeza de Riley, y por extensión la de todos los personajes que van apareciendo en el film, se muestra como un centro de control donde habitan personificadas las emociones. Cualquier estudiante de Filosofía de la Mente desecharía esta forma de entender la mente, y la consciencia, porque estaría tácitamente defendiendo una visión homuncular. Dentro de nosotros no hay “pequeños hombres” con las mismas habilidades que una persona tiene y que están mirando una pantalla donde aparecen nuestras experiencias vividas porque de ser así esto conduciría a un regreso infinito. ¿Esos “pequeños hombres” tienen “pequeños hombres” y, a su vez estos, otros “pequeños hombres”… y así sucesivamente que miran a una pantalla donde el flujo de la consciencia se muestra para actuar en consecuencia? Claro que no. Más complejo es entender que en el lenguaje natural confundimos los sentimientos causados por las emociones y las respuestas corporales inducidas por las emociones. LeDoux advierte que la relación entre los sentimientos y comportamientos es más complicada. No sentimos “x” y hacemos “y”. En las emociones hay dos sistemas que trabajan normalmente de forma concertada, pero que son paralelos y se pueden disociar, hecho que la teoría darwiniana de las emociones básicas confunde y las llama a ambas “emociones” cuando son dos sistemas distintos. Estudios con animales y seres humanos han demostrado que se puede percibir subliminalmente un estímulo que activa una respuesta fisiológica (incremento de la presión sanguínea y ritmo cardíaco) y comportamental (huir o protegerse) cuando este estímulo se percibe como amenazante, pero el sujeto no sentir miedo.
Los sentimientos son la consciencia subjetiva de una emoción o la monitorización consciente de una emoción; y las respuestas corporales y fisiológicas, las respuestas reflejas como la huida y/o lucha. Es decir, en la película “Del Revés” las emociones son representadas al mismo tiempo como sentimientos y estados somáticos. Anatómicamente esto en nuestros cerebros ocurre en distintas partes. Los sentimientos no causan las reacciones corporales, sino que los sentimientos o la consciencia subjetiva de una emoción, junto con la respuesta corporal y fisiológica son evocados por un estímulo del entorno. Los sentimientos ocurren como consecuencia de un estímulo y las respuestas corporales también, pero son independientes. Los sentimientos no causan las respuestas corporales. El público en general confunde los sentimientos emocionales con el control de la respuesta corporal-emocional. Esta confusión se reproduce en el film con el comportamiento de Riley, aunque quizá este es el precio que hay que pagar por la cada vez mayor presencia cultural y social, y por tanto apreciación, del funcionamiento de la mente/cerebro y que está película, cinematográficamente maravillosa, contribuye a ello.
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