Nadie es perfecto
Por José Luis Muñoz , 10 diciembre, 2014
Es lo que ha venido a decir el premio Nobel de la Paz Barack Hussein Obama cuando el Senado acaba de acusar a la CIA de torturar en la guerra contra el terrorismo diseñada por George W. Bush, Dick Cheney y Donald Rumsfield, que se saltó claramente la legalidad del propio país.
Para nuestra desgracia las democracias echan mano de la guerra sucia cuando son incapaces, por otros medios, de combatir amenazas. Lo ha hecho el estado francés, el británico, y el estado español durante el gobierno del socialista Felipe González con la creación de los GAL que terminó con el proceso y condena de un exministro, José Barrionuevo, un exsecretario de estado, Rafael Vera, y un general de la Guardia Civil condecorado y ascendido por el propio Felipe González, Enrique Rodríguez Galindo.
Estados Unidos es una democracia que siempre ha presumido de su transparencia, de aventar sus trapos sucios, pero no de actuar penalmente contra los que contravinieron a sabiendas sus propias leyes, se olvidan de esa minucia. En la ineficaz lucha contra el terror mediante el propio terror, virtualmente fracasada porque hay más terrorismo que nunca aunque no golpee, de momento, a países occidentales tras las masacres de Nueva York, Londres y Madrid, se empleó sistemáticamente una serie de figuras delictivas como el secuestro, al detención ilegal y la tortura. A lo largo de estos años se han ido conociendo los brutales sistemas de interrogatorio de la CIA y sus subcontratados consistentes en el ahogamiento simulado, palizas, impedir el sueño, música agresiva, amenaza de perros, amenaza de taladros, etc.
El premio Nobel de la Paz Barack Hussein Obama prohibió expresamente la utilización de la tortura cuando asumió la presidencia de la nación, aunque se olvidara del asesinato selectivo (la lista de bajas colaterales a causa de los drones sería inabarcable), pero no persiguió penalmente a los responsables directos de esa vergüenza nacional: George W. Bush, Dick Cheney y Donald Rumsfield.
La ONU acaba de pedir que se diriman responsabilidades penales de estos execrables delitos cometidos por Estados Unidos. Veremos si el premio Nobel de la Paz norteamericano insta al Fiscal General para que siente en el banquillo a ese trío de delincuentes que ocuparon los más altos puestos de responsabilidad en el país cuando desataron la guerra global contra el terrorismo mediante el terrorismo de estado.
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