2015
Por José Luis Muñoz , 7 enero, 2015
Hay tertulianos que, en cuanto abren la boca, me alegran el día. Arcadi Espada, sin ir más lejos, hoy, ya que ayer no tuve más regalo de Reyes que un paseo por un paisaje nevado. O Arcadio Espada, atendiendo a la fruición con que este catalán pronuncia la palabra Generalidad en los medios de comunicación para referirse a la Generalitat. Cuando la conductora del programa le pregunta sobre las previsiones sobre el 2015, Arcadi Espada se muestra pesimista. Cuando se le pregunta por la razón de su pesimismo en esos siete días escasos que tiene el año, el tertuliano se refiere a la irrupción de un partido impresentable y sus opciones de victoria electoral en las elecciones generales. Cuando una tertuliana, optimista, señala que la gente está harta de la corrupción de los dos grandes partidos y espera una catarsis regeneradora que acabe con la crisis social, económica y moral que padecemos, el inefable Arcadi Espada esgrime la figura de Adolf Hitler y los nazis que también llegaron al poder para barrer la corrupción que padecía la sociedad alemana. Ha cargado a continuación el tertuliano contra la prensa por predisponer con sus titulares a los jueces.
Si a Arcadi Espada le preocupa la irrupción de un partiducho (algo parecido dijo a continuación) en la escena política española, es que no debemos preocuparnos los ciudadanos sino felicitarnos. Determinados elementos de la caverna mediática, tanto de rancio abolengo como de nuevo cuño, son los que con sus opiniones ridículas, irracionales y catastrofistas alimentan día a día ese partido monstruo que alentaron con el fin de debilitar al PSOE y al que ahora tanto temen. Arcadi Espada, como Francisco Marhuenda o Eduardo Inda, son los termómetros de nuestra salud democrática: si ellos tienen fiebre, nosotros estamos sanos.
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