21D
Por José Luis Muñoz , 23 diciembre, 2018
No hubo ríos de sangre. No se desencadenó la guerra civil en la nueva Eslovenia. Esa Triple A de Partido Popular, Ciudadanos y Vox lamenta que los desórdenes fueran mínimos (cortes de carreteras, alguna barricada) aunque los magnifican. La apocalipsis balcánica no se produjo en una Barcelona blindada por los mossos que dejaron a un lado sus reivindicaciones y actuaron como una policía más para mantener el orden y garantizar la celebración de ese consejo de ministros.
Un sector importante de la sociedad catalana, la que se manifestó cívicamente por el Paseo de Gracia de Barcelona a partir de las 6 de la tarde, la que acudió a ese consejo de ministros paralelo patrocinado por Omnium Cultural en la Estación de Francia, los que, con un cierto grado de violencia, trataron de impedir infructuosamente el consejo de ministros que el gobierno de España celebró en la Llotja de Mar, tildó la iniciativa del gobierno de Pedro Sánchez como una provocación por elegir la fecha del 21 de diciembre, a un año de las elecciones convocadas por Mariano Rajoy dentro del marco del 155 que ganaron los partidos independentistas que concurrieron a ellas, precisamente. Tampoco ha sentado bien esa política de gestos que ha cristalizado en rebautizar el aeropuerto del Prat como Josep Tarradellas o restituir la dignidad de la figura de Lluis Companys ejecutado durante el franquismo (es poco).
El bloque derechista, el que exige día sí y otro también, como un mantra, el 155, tilda a Pedro Sánchez de traidor que ha vendido la nación (Pablo Casado) o humillado ante quien ha secuestrado Cataluña para destruir España (Albert Rivera). Algunos de los barones socialistas, que ven temblar los sillones bajo su culo, le tachan de pusilánime (Javier Lambán), le piden que ilegalice a los partidos independentistas (Emiliano García-Page) o le responsabilizan, veladamente, de su derrota (Susana Díaz).
Oídas las reacciones, uno se pregunta a quién ha contentado Pedro Sánchez con ese consejo de ministros blindado (tampoco a los comerciantes del centro de Barcelona que han tenido un día negro de ventas en vísperas de Navidad) si propios y ajenos se lo reprochan y a los que les ha tendido la mano se la muerden. ¿Qué rédito electoral o político pretendía con su decisión?
Ha habido gestos. Los gestos son importantes si son el preludio de actos posteriores. La foto de Joaquim Torra (el Radovan Karadzic de Cataluña según Alejandro Fernández del PP) estrechando la mano de Pedro Sánchez es un gesto. Los mossos d’esquadra disolviendo a los CDR más beligerantes que les reprochaban que no se merecían la senyera que llevaban en el uniforme, otro gesto, sin duda. Y ha ha bido anécdotas como el diálogo surrealista entre un agente forestal, que se manifestaba contra el consejo de ministros del 21D, y un mosso d’esquadra de la Brimo (Mosso: ¿Tú eres funcionario como yo o qué? Agente forestal: Sí. Mosso: Pues defiéndeme a mí de estos hijos de puta. Agente forestal: Yo defiendo la república. Mosso: ¡Qué república ni qué cojones. La república no existe, idiota!). Los bomberos han mediado entre los violentos y la policía, y los manifestantes pacíficos han intentado desactivar a los violentos.
Los independentistas exigen más diálogo (lo habrá) y el triángulo derechista, ahora ultra desde el acercamiento de Rivera a Abascal, reprocha todo diálogo y aboga por la fuerza, por un 155 preventivo y eterno que preserve la unidad de España.
A mí, en particular, me sorprende, por contraposición, este ruido que ha generado el consejo de ministros celebrado por Pedro Sánchez en Barcelona frente al silencio absoluto que se produjo cuando cayó sobre Catalunya el 155,se disolvió el Parlament, se intervinieron todas las consellerías, se encarceló a la mitad del gobierno, la otra mitad tuvo que exiliarse y los que ahora gritan fueron a votar ordenadamente a unas elecciones que convocó Mariano Rajoy el 21D. ¿Vive mejor con el PP el independentismo? ¿Tiene nostalgia de Rajoy?
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