Tony Martin líder de la montaña
Por Fermín Caballero Bojart , 13 julio, 2014
Tony Martin, campeón del mundo contrarreloj, vence su primera etapa del Tour en línea. Foto: Presse Sports/B.Papon
Los ciclistas profesionales son deportistas que nacen, crecen, aprenden a montar en bicicleta, se alimentan, sufren, se sacrifican, y mueren. Se mueven por su propio impulso, y el de su corazón, y se trasladan de un lugar a otro en bicicleta, con el objeto de entrenarse, competir, resguardarse del medio ambiente y preservar la especie cuidándose de los depredadores que les anteceden en la cadena alimenticia. Es lo que les diferencia de las plantas, que también son seres vivos, pero vegetan sobre el sofá, probablemente al lado de una ventana, mientras sestean frente al televisor. Pero ante todo se diferencian del futbolista por su capacidad de sufrimiento. Algo que solo se logra renunciando durante una gran parte de su vida, en plena juventud, al sexo y al exceso de alcohol (entre otros) en plena competición. Horas y horas de disciplina, de alimentación medida, de renuncias, de aislamiento. Una clausura que solo tiene una recompensa, superarse así mismo, y convencerse de que solo así el ciclismo sobrevive. El aficionado, de opinión fácil, olvida la primera lección. Hace patria alrededor del doping y fusila a los nominados. Bajo esa sospecha, el ciclista tiene que padecer escarnios. Pero también crecer con la suficiente fortaleza mental para no renunciar a lo que más ama, a competir limpio, a pesar de los depredadores. Si el futbolista mete un gol, su afición, le perdona haber llegado pasado de alcohol a entrenar.
Cada año las cunetas se llenan de aficionados, que opinan (fácil y libremente), con los desnudos de siempre, con el demonio –el infierno ciclista no existe-, las pancartas, los selfies, los gilipollas que empujan al ciclista o entorpecen su trayectoria, las banderas, las caravanas y las bicicletas. Las omisiones son adrede, por que sobran. Y ellos pedaleando. Desde el sábado sufriendo más. Contador ordenó a sus hombres ritmo de guerra. Plato grande hasta las faldas de Los Vosgos. Al pie del col de la Croix des Moinats con las pistolas cargadas de rabia: molinillo. Un ciclista armado es peor que un animal herido. Venía acumulando, desde el pavé, testosterona caducada. ¡Fuego! Y con el pistoletazo los Tinkoff comenzaron a escribir la historia. Por delante un grupo de fugados había roto la barrera de los 50 km/h en la primera hora de carrera. Rodaban con 11 insultantes minutos de ventaja Sylvain Chavanel (IAM), Niki Terpstra (OPQS), Simon Yates (Orica), Blel Kadri (AG2R) y Adrien Petit (Cofidis). Lluvia. Tossato dio paso a Paulinho, éste fue relevado por Rafal Majka y el joven polaco dejo la máquina en la piernas del australiano Rogers. Un tren que puso al pelotón en jaque. Y la niebla y Contador hicieron el resto. De los escapados solo había sobrevivido el francés Kadri, camuflado entre un rebaño de nubes bajas (por fin un fugado vencía la etapa). “No estaba seguro de que hubiera alguien delante de mí y por eso me he lanzado”, ¿palabra de pistolero? Absurdo. Me hubiera resultado más creíble: “se rompió el pinganillo y…”. Alberto quiso despachar la rabia de una jornada de adoquines aciaga. Nibali le aguantó los hachazos y a 50 mts. de la meta se dio por satisfecho. Los 3 segundos engañaban. Y salto de la rana en la general, el pinteño se posaba en el sexto puesto. Mientras el resto de seres vivos crecían, se alimentaban, se resguardaban del medio ambiente y se levantaban cuando caían. Agua insoportable. Rampas cansinas de porcentajes risueños. Y la cabeza puesta en la etapa dominical entre Gérardmer y Mulhouse. Víspera de Liberté, égalité, fraternité del 14 de julio. Con 6 puertos y 170 kms por delante se quedaba en etapa de media montaña. Pero de porcentajes suficientes para que alguien te empuje en el Grand Ballon de Alsacia (última cima antes de la meta –a 43 kms-), salgas volteado por delante del manillar (Tour de 1969), rebotes en una señal de tráfico y regreses al asfalto con un fuerte impacto en la cara. Probablemente sea una percepción errónea de vegetal sesteante frente a una foto (un hombre de Fagor boca abajo y posteriormente remolcado hasta meta desangrándose). No se abrió investigación. Las hemerotecas ahí están. Y la afición ¿qué opina de esto? Déjenlo en un lo que sucede en el Tour en el Tour se queda.
Y por los Vosgos avanzó, disfrazada, la caravana ciclista del Tour. Sobre todo los ciclistas que con casco y gafas rompen la monotonía blanquinegra de las imágenes del recuerdo. Donde los más ancianos del lugar recuerdan siluetas con gorra y tubulares cruzados al pecho avanzando sobre el polvo, sobre las cenizas recientes de los caídos en el campo de batalla. Y con dos bidones sobre el manillar de unas bicicletas de acero llegó el Tour en 1926, como hoy, por primera vez a Mulhose. Donde ganó el belga Buysse, Jules, y otro belga, su hermano Lucien, el Tour. Con esas batallas de montañas de medio pelo hay que ganar, defender, apostar y sufrir por el Tour.
La 9ª etapa era propicia para una emboscada entre los equipos de los favoritos, que finalmente se reservaron para batallas mayores. El pelotón se fracturó en el primer puerto de la jornada, gracias a los desahogos de los necesitados corredores. Y el alemán Tony Martin (Omega Pharma-Quick Step) aprovechó el día como si se tratara de un entrenamiento, junto a Alessandro De Marchi (Cannondale). Eran los supervivientes de una encerrona de 20 hombres (en ella andaba el francés Tony Gallopin – Lotto-Belisol-) locos por hacerse con el maillot de lunares. Por el trono de la montaña, que finalmente fue para, ojo al dato, un contrarrelojista de pura cepa. El grupo perseguidor en el que viajaba Purito (por fin ha dado señales de ser vivo), no fueron capaces (con 4 hombres de Europcar haciendo patria) de descender tan rápido como el alemán, que tras el último puerto de la jornada puso el plato grande a muerte. Una exhibición que le permitió entrar en solitario en la meta de Mulhouse. V3 para el alemán. Póker para Alemania en este Tour con Kittel, Greipel y Martin.
Astana y Saxo Tinkoff comandaban el tercer grupo echando las cuentas para mañana, 14 de julio, donde 3 años después un francés (Gallopin, apellido de tradición ciclista) vuelve a vestir de amarillo el día de la Liberté. Dando un vuelco a la clasificación que no termina de asentarse. Las cunetas de mañana volverán estar plantadas de vegetales agitados por el viento, por la fugaz impresión de una carrera de seres vivos inmunes al griterío de la afición. Una etapa de 162 kms entre Mulhouse y La Planche des Belles Filles de hombres libres, iguales y fraternales que tratarán de defender sus derechos como ciclistas profesionales a competir en igualdad de condiciones, ambientales y fisiológicas, sin duda alguna, porque es lo que hay que percibir. Sufrimiento y entrega, con el fin de perpetuar esta especie.
Clasificación general después de la 9ª etapa:
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GALLOPIN Tony LOTTO-BELISOL 38h 04′ 38»
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NIBALI Vincenzo ASTANA PRO TEAM + 01′ 34»
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MACHADO Tiago TEAM NETAPP-ENDURA + 02′ 40»
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FUGLSANG Jakob ASTANA PRO TEAM + 03′ 18»
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PORTE Richie TEAM SKY + 03′ 32»
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KWIATKOWSKI OMEGA PHARMA-QUICK STEP + 04′ 00»
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VALVERDE MOVISTAR TEAM + 04′ 01»
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ROLLAND Pierre TEAM EUROPCAR + 04′ 07»
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CONTADOR Alberto TINKOFF-SAXO + 04′ 08»
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BARDET Romain AG2R LA MONDIALE + 04′ 13′
Perfil de la 11ª etapa (14 de julio de 2014):
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