ENTREVISTA A GERMÁN DÍEZ, AUTOR DE ‘DELICIOSAMENTE MORTAL’
Por David Acebes , 12 marzo, 2017
Germán Díez Barrio. Nacido en Buenavista de Valdavia (1952). Residente en Valladolid. Hasta la fecha ha publicado cincuenta libros y realizado adaptaciones de nuestros clásicos. Ha sido galardonado con diversos premios de teatro y narrativa. Es autor de una biografía de Nelson Mandela escrita en cómic. Aparece en varias antologías y estudios sobre literatura actual y ha colaborado en diversas publicaciones colectivas.
A propósito de Deliciosamente mortal.
D.A.- Como A fuego lento, tu anterior novela, podríamos definir Deliciosamente mortal como una novela vallisoletana, policíaca y gastronómica… Estos dos últimos aspectos, el policíaco y el gastronómico, están al mismo nivel, creo yo, que en tu novela anterior. Sin embargo, aunque Deliciosamente mortal comienza en Valladolid, con el caso del robo de la estatua del Pasaje Gutiérrez, lo cierto es que has ampliado el “ámbito territorial” de tu historia y la mayor parte de esta se desarrolla en Madrid… ¿A qué se debe este cambio? ¿Has querido huir del tópico localista?
G.D.- Como los detectives de la Agencia Privada Con la Verdad por Delante resolvieron con brillantez el caso del robo en el despacho del alcalde de Valladolid, motivo de A fuego lento, el nuevo alcalde les contrata para que encuentren la estatua del dios Mercurio. Una vez que resuelven el caso, se trasladan a Madrid donde tienen su despacho y donde les espera un nuevo caso que les puede encumbrar: un millonario ha aparecido muerto en su casa sin signos aparentes de violencia. Su mujer quiere saber la causa de su muerte.
D.A.- Como no podía ser menos, los detectives protagonistas de tu novela pasan por la Taberna La Solana, en la calle de la Solanilla en Valladolid, y saludan a su actual dueño, y al anterior… Este hecho, el de meter personajes reales en tus novelas, parece que te gusta mucho… Podríamos decir que tu obra última es un continuo homenaje a la gente que te rodea…
G.D.- Tanto en A fuego lento como en Deliciosamente mortal los detectives visitan el Mesón Taberna La Solana, al que yo voy asiduamente, conozco a todos y a todos saludo. Por otra parte en ambas novelas, sobre todo en A fuego lento, forman parte de la trama. En La Solana me tratan muy bien y el nuevo dueño, Luismi, sabe portarse, eso es muy importante. Es verdad que Deliciosamente mortal es un homenaje a la gente que está cerca de mí.
D.A.- Y volviendo al tema de La Solana… Como ya te comenté con ocasión de tu anterior novela, en el clásico picaresco Lazarillo de Tormes nada más comenzar la obra, la madre de Lázaro se va a trabajar a un mesón del mismo nombre. ¿Es cosa del azar o es un apunte culturalista de un autor moderno?
G.D.- Es una apreciación importante en la que yo no había caído. La madre de Lázaro, Antonia Pérez, va a trabajar al Mesón La Solana de Salamanca. En este caso ha sido pura coincidencia.
D.A.- Otro apunte culturalista que he encontrado en Deliciosamente mortal es la cita, doblemente repetida, del Arcipreste de Hita (“No abandones tu dama, no dejes que esté quieta, / siempre requieren uso, mujer, molino y huerta.”). Además, es muy gracioso, porque en la segunda ocasión en que utilizas la cita es para dar fin al informe que elabora Policarpo para cerrar un asunto de “cuernos”…
G.D.- El detective privado Policarpo Pérez tiene un cierto toque de persona culta y cuando puede alardea de ello, por eso termina los informes con una cita literaria. En este caso la he tomado del Libro de Buen Amor que me venía divinamente para concluir el informe.
D.A.- Una de las escenas más divertidas de Deliciosamente mortal tiene lugar al principio de la novela. Me refiero a cuando Policarpo y Goyito, los detectives protagonistas, entran en una famosa librería de Valladolid y se encuentran a la venta la novela A fuego lento, de la cual son protagonistas… Este recurso literario, que a mí me gusta mucho, lo veo como un homenaje a Cervantes y, en concreto, al Quijote…
G.D.- Efectivamente es un homenaje al Quijote cuando en la segunda parte Sancho y Don Quijote se enteran de que sus peripecias andan por ahí escritas en un libro. Como Deliciosamente mortal es la segunda entrega de los detectives Policarpo Pérez y Goyo Gómez, se me ocurrió la idea de unir ambas novelas con este guiño literario a Cervantes.
D.A.- Otra característica de tu novela es el deje popular que tienen muchos de tus personajes, y que tú has sabido captar perfectamente. Supongo que los años que estuviste estudiando los refranes y dichos castellanos han hecho mella en el habla de tus personajes…
G.D.- El lenguaje popular me sale espontáneo porque es verdad que estuve unos años investigando los dichos y refranes y he publicado varios libros. Los refranes los tengo muy interiorizados y cuando uno define exactamente la situación, recurro a él. Los dichos y refranes son la síntesis de un pensamiento de verdad comprobada, en la mayoría de los casos, y bien utilizados son un acierto.
D.A.- Yo no sé si tú te has dado cuenta, pero he comprobado que el refrán que más utilizas es el de “limpio de polvo y paja”…
G.D.- No lo sabía. Este dicho se aplica por extensión cuando se quiere expresar la ganancia que resta una vez pagados gastos, impuestos, etc., es decir, cuando el labrador tiene el grano limpio para poder llevarlo a un silo. Me gusta el dicho y por eso lo utilizo.
D.A.- En un momento dado, Policarpo echa la vista atrás y recuerda sus tiempos de estudiante en el Colegio de El Abrojo, en Laguna de Duero, donde tú asimismo estudiaste… Está claro que, en tu caso, las patatas del internado funcionan como las magdalenas de Proust…
G.D.- Cuando escribo sobre el Colegio de El Abrojo donde estudié, aparte de la disciplina espartana que allí había, me salen las patatas, las muchas que pelé y las muchísimas que comí: todos los días del año cenábamos patatas guisadas con algo de cebolla y pimentón para darlas color. Las comíamos como si fuera un don venido del cielo.
D.A.- En el mundillo literario de Valladolid, corre el rumor de que eres uno de los escritores más prolíficos de la ciudad. Al menos sales a una novela por año… La verdad es que muchos escritores de Valladolid, yo mismo, por ejemplo, envidiamos esta profusión creativa…
G.D.- Soy un escritor muy disciplinado al que la inspiración le pilla siempre delante de los folios. Escribo todos los días varias horas y eso traducido en folios al cabo de un mes son unos cuantos. Ahora tengo dedicación plena a la escritura. Por otra parte, dispongo de tiempo para recrearme en la literatura. Tengo en el cajón varios guiones de novelas, que antes no podía escribir por falta de tiempo y entrega, y ahora poco a poco las voy dando forma. Los últimos años han sido muy fructíferos.
D.A.- Por otro lado, tu estilo es de una fluidez increíble. Desde fuera, parece como si no te costara escribir… ¿Esto es verdad? ¿Es un don que tú tienes, con el que has nacido, o es que los años de experiencia te permiten escribir así?
G.D.- Me gusta mucho trabajar el lenguaje y la utilización precisa del mismo. Inicialmente la naturalidad del lenguaje era muy estudiada, ahora después de haber escrito muchos folios la experiencia me permite escribir con soltura y reconozco que cada vez me cuesta menos.
D.A.- A veces, te sale el profesor que llevas dentro… En un momento dado de tu novela, el narrador de la historia (que en tu caso es fácilmente identificable contigo mismo), da un buen rapapolvo a los periodistas y locutores modernos… Otras veces salpicas tu narración de consejos que das al lector…
G.D.- He estado treinta y tantos años dando clase de Lengua y Literatura, así que algunas veces la vena del profesor me sale sin que yo recurra a ella. De vez en cuando me meto con los periodistas, con los malos periodistas y con los modernos locutores que cantan en lugar de hablar, no lo puedo soportar. A los buenos, los aplaudo, que conozco a muchos. Se me escapa algún consejo para el lector, que espero que aproveche.
D.A.- Otra característica, muy curiosa, de Deliciosamente mortal es que está escrita a modo de recetario… Así como existe la novela epistolar, en tu caso se puede hablar de una “novela menú”…
G.D.- Muy bien la precisión. Cada capítulo lleva el nombre de una receta: Garbanzos con langostinos, Bacalao con tomate, Arroz con boletus…, he intentado unir la trama detectivesca con la gastronomía, que fueran juntos, tan juntos que la una sin la otra no se pudieran dar.
D.A.- Por otra parte, he notado que pones tanto amor al transcribir las recetas que conforman tu libro, que encuentro en ellas cierto lirismo, cierto estilo poético…
G.D.- Deliciosamente mortal es una novela gastronómica, no un libro de recetas, por eso he puesto tanta pasión en cada plato que describo, una pasión poética que se pueda degustar.
D.A.- Creo que una ocasión te escuché decir que a ti lo que realmente te gusta escribir son los diálogos… De hecho, se me ocurre pensar que sería relativamente sencillo transformar Deliciosamente mortal en una obra de teatro…
G.D.- Disfruto escribiendo diálogos, las novelas largamente descriptivas no me atraen. Me gusta la acción. Perfectamente la novela se podría transformar en una obra de teatro y en una película por los espacios y el diálogo. Yo creo que esto me viene porque empecé en la literatura escribiendo obras de teatro, varias publicadas y unas cuantas estrenadas. Pero llegó un momento en que el teatro dejó de interesar o al menos interesar menos y es muy difícil publicar una obra y ya no digo estrenarla. Además, mi afición por los diálogos viene porque fui guionista de Radio Nacional de España varios años. Y me gustaba mucho.
D.A.- Por último, y sin pretender descubrir nada de la trama, quiero contar que en el último capítulo de la novela aludes a un crimen que sucedió en Buenavista de Valdavia, tu pueblo y el del protagonista, y que todo apunta a que en tu próxima novela Policarpo y Goyito van a tener que resolver este caso… ¿No es así?
G.D.- Al final de la novela menciono un asesinato que ocurrió en mi pueblo cuando yo era un jovenzuelo, que me impresionó sobremanera. Aunque apunto que los detectives se zambullirán en el caso, no sé lo que haré. Tengo el guión escrito y muchísima información, varias cintas grabadas con entrevistas y declaraciones… Es una novela que tengo pendiente. Cuando uno escribe una novela, de una manera o de otra se mete en los personajes, sin embargo cuando la novela es muy cercana o es personal, uno debe vaciarse mucho y no sé si estoy dispuesto. Remover un asesinato da pie para que todos del pueblo opinen y critiquen. Lo dejo en el aire.
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