8 marzo: mucho camino por recorrer
Por José Luis Muñoz , 8 marzo, 2018
8 de marzo. Huelga de las mujeres. ¿Aún estamos en esas? Pues sí. En pleno siglo XXI y queda mucho camino por recorrer. Y hay cavernícolas asesinos que las siguen matando porque era suya, o porque las quieren tanto que no las soportan libres o con otros. Y hay depredadores que las violan porque van con pantalones tejanos o con falda. Y las violaciones masivas se convierten en un deporte masculino digno de grabarse y difundirse como una machada más. Y se las viola en países en donde hay conflictos bélicos porque la violación es un arma de destrucción masiva. Y hay empresas que les pagan menos porque les da la gana, o que las despiden porque quedan embarazadas o puedan quedar. Y uno se pregunta qué hay que hacer para terminar con el feminicidio y esa discriminación insoportable que sufren nuestras compañeras de vida, de las que salen esos hombres que precisamente las discriminan, maltratan, vejan, violan y asesinan.
Nunca he sido partidario de las cuotas, ni de feminizar la política (hay políticas que se masculinizan como Margaret Tatcher cuando tienen poder, palabra masculina donde las haya), ni feminizar el lenguaje, lectoras y lectores. Me parece absurdo entrar en el debate de si las mujeres son más o menos que los hombres porque es una obviedad. Las que lo desean tienen una responsabilidad biológica que es traer nuevos seres a este mundo, algo por lo que se les penaliza en una sociedad teóricamente avanzada como es la nuestra. Seguramente no desarrollaron toda su creatividad, todo su potencial intelectual y artístico en siglos pretéritos porque se la relegó al rol de madre, garante del hogar o reposo del guerrero, y cuando, a pesar de las circunstancias, conseguían destacar se las lapidaba como a Hipatia, se las negaba como a Camile Claudel o se tenía que camuflar en un seudónimo masculino como Fernán Caballero.
Las mujeres no votaban hasta que las sufragistas, con sus movilizaciones, lo consiguieron. Las mujeres no podían disfrutar de su sexualidad plena hasta que la ciencia acudió en su ayuda con la píldora anticonceptiva. Pero queda mucho camino por hacer, cambiar la mentalidad masculina, pero también la femenina de muchas mujeres que siguen aceptando ese rol de sumisión que les ha marcado el patriarcado, y deben rebelarse sin que hayan de temer por su vida porque machos cavernícolas las consideren de su propiedad y como objetos puedan hacer con ellas lo que les plazca, entre otras cosas matarlas. Así es que las mujeres están llevando una lucha silenciosa en su hogar y muchas de ellas se dejan literalmente la piel y entran dentro de esa estadística macabra de la violencia de género.
Habrá que educar también a los periodistas cavernícolas, entre otros profesionales, una raza que crece y se retroalimenta con sus barbaridades, que se han cebado con, sin ir más lejos, Anna Gabriel (su peinado, su higiene, su vestimenta…); habrá que meter en vereda a esos empresarios, hombres y mujeres, que despiden a mujeres (no renovándoles el contrato que es lo mismo que despedirlas) cuando quedan embarazadas; habrá que sancionar con multas coercitivas y millonarias a los que discriminen salarialmente a las mujeres si queremos avanzar hacia una igualdad de la que todavía, lamentablemente, estamos a años luz. Y habrá que hacer muchísimo más por las mujeres que son asesinadas en México, por ejemplo, en Ciudad Juárez; por las que sufren en África la ablación del clítoris porque el patriarcado brutal no concibe que ellas disfruten de su sexualidad; por las que sepultan sus rasgos en burkas en las intolerantes sociedades regidas por el islam rigorista que las relega a ser poco más que un animal doméstico; por las secuestradas y vendidas como esclavas o entregadas en matrimonio siendo niñas; por las que lapidan por el simple hecho de enamorarse… Esas millones de mujeres del Tercer Mundo que no tienen voz, invisibles.
Queda un inmenso camino por delante y vamos a paso de caracol o como los cangrejos, para atrás.
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