A la sombra de Leo Messi
Por Jordi Junca , 1 diciembre, 2014
La semana pasada, a modo de celebración por el record histórico conseguido por el crack argentino, TV3 ofreció el visionado de Marcats per Messi (Marcados por Messi). Se trata, en efecto, de un documental que ahonda en el pasado del jugador culé y el de aquellos que compartieron vestuario con él.
Lionel Messi, acaba de recibir uno de tantos galardones. Enfundado en un estrambótico traje negro, se dispone a salir de la fábrica Estrella Damm. Al principio no parece percatarse, pero a medida que se acerca sus ojos empiezan a enfocarse como si fueran el objetivo de una cámara. Cuando apenas quedan unos metros, su rostro es la viva imagen de la sorpresa. Ahora lo comprende. Sí, son ellos, aquellos niños que lo recibieron en Barcelona después de abandonar la Argentina. Un joven africano lo abraza con sus brazos prominentes, ha pasado mucho tiempo desde que sus caminos discurrieron por cauces muy distintos. Los demás, entre risas, los flanquean dibujando una media luna.
Todo empezó hace más de diez años; un niño pálido y raquítico se incorpora al infantil B del F.C.Barcelona. Es argentino, viene concretamente de Rosario. La verdad es que nadie sabe mucho de él, la mayoría de los integrantes de la plantilla han crecido cerca del Camp Nou. Algunos piensan que perderán el puesto por culpa de la maldita pulga. Otros, simplemente, creen que su estancia será más bien corta. Así las cosas, un partido fue suficiente para que todos se dieran cuenta de que se trataba de algo único.
Hasta el momento, y como no podía ser de otra manera, el documental se había centrado en la figura de Messi. Pero entonces, cuando uno ya se había hecho la idea, la cámara se aleja del argentino. Ahora esta es la historia de aquellos que no lo lograron, la otra cara de la moneda. La historia de aquellos niños que, como Messi, soñaron alguna vez en pisar el Bernabéu y salir victorioso.
Hace más de diez años, cualquiera de los jugadores de aquel equipo tenía derecho a pensar que ese sueño podía cumplirse. Por qué no. Tal vez una cuestión de suerte, quizás de mentalidad. Entre todos ellos sobresale el personaje de Diong Mendy quien, junto a la pulga, acaparaba todas las miradas. De origen senegalés y murciano de adopción, Mendy fue una de las columnas vertebrales sobre las que pudo sostenerse un joven y tímido Leo Messi. Ambos recorrieron juntos una larga autopista, mientras que los demás fueron tomando salidas hacia otros destinos. Uno era la magia, el otro era el gol. Por desgracia, no obstante, cuando los dos cumplían los dieciocho años algo ocurrió. El progenitor de Mendy había muerto y, de repente, el joven jugador senegalés decidió que lo que él quería era volver a Murcia y estar con los suyos. Aquella decisión lo llevó de vuelta a su tierra natal y, con el tiempo, a trabajar en un gimnasio como monitor de boxeo. Quién sabe cuál hubiera sido su destino si no hubiera llegado ese día fatídico.
Al igual que Mendy, qué remedio, el resto de miembros de aquel equipo fueron encontrando sus propias motivaciones. Muy pocos han llegado a triunfar en el mundo del fútbol, pero lo que nos enseña este documental es que la vida no acaba ahí. Ahora todos tienen ocupaciones distintas y objetivos diferentes, más o menos alejados de aquel sueño que un día tuvieron. Llegados a este punto, habrá quien se pregunte si se necesitaba talento o suerte, o si tal vez ambas. Lo curioso del caso es que todos coinciden en que lo más importante era algo que solo tenía Messi: la determinación. Los demás, en cambio, vieron como les asolaban las dudas y como, a raíz de esa debilidad, se truncaron sus aspiraciones. Comprendieron que había más cosas además de aquella alfombra de césped; qué sé yo, los libros, la moda o las mujeres. Leo Messi, al parecer, jamás desvió la mirada.
Cuántas veces habremos escuchado decir a los futbolistas lo difícil que es llegar a lo más alto. Y si no, que se lo digan a ese niño senegalés, ese niño que llegó a marcar más de noventa goles en una temporada. Que se lo digan a Albert Molina o Ramón Sánchez. Todos ellos, un claro ejemplo de las vueltas que da la vida. Quizás, en otro universo, un joven argentino trabaja como monitor de boxeo en un gimnasio de Rosario. Quién sabe si, en ese mismo universo, un tal Diong Mendy tiene en sus vitrinas hasta cuatro balones de oro.
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