Detectada la huella del comienzo del universo.

Leo que un equipo internacional capta las ondas gravitacionales del comienzo. Durante mucho tiempo leía durante el desayuno el periódico del día anterior, me concentraba en las páginas de cultura, esas que en realidad no dejan de ser actuales, porque nunca lo son del todo. Pero de repente, no sé cuando, el espíritu de lo inmediato, de la actualidad política, económica, los impuestos, historias de hipotecas, se apoderó de mi interés (con intereses), así que durante el desayuno continué leyendo noticias, pero ahora del día por Internet, aprendiendo a vivir con la incertidumbre.

Una de estas mañanas, tras el sobresalto de Crimea, de Venezuela, aturdida ante personajes que uno cree que sólo pasan en pasado, retorcidos y cómicos si no fueran peligrosos (no sabemos de qué pueden ser capaces), leo que han captado el temblor del origen, las huellas de la inflación (¿inflación?) previa a la expansión, como si el universo se volviera hacia sí mismo para salir afuera. Ya Einstein predijo que lo descubriríamos. Y allí está. Todavía. Las huellas del Bing, porque parece que las del Bang ya se habían visto. Me emociono, no sé porque, pero sí, quizá por la idea de que nada desaparece.

Pero tras esa fugaz alegría, una profunda preocupación, no sobre el cómo lo han visto y todo eso, ya lo investigaré si soy capaz. Si nada se pierde, en esa genética de nuestro pasado universal, también quedaran las huellas de nuestras destrucciones sucesivas cayendo en un basurero de acciones peligrosas que no acabará nunca. Así que quizá la única pedagogía posible sea la de prestar mucha más atención a cada comienzo, nada que no sea la responsabilidad por el otro merece permanecer, mientras, mejor el silencio, como dice el talmud, venimos al mundo para aprender a callar, como el silencio del universo que deja su huella sin explicarnos mucho mas.