Abrazos y Hostias Gratis.-
Por Javier Divisa , 2 abril, 2014
La gente se abraza mucho en Madrid. Somos súper abuelas porque nosotros lo valemos. Cuando nos ponemos, lo de locas del coño lo llevamos grabado a fuego, orfidal y qué buen rollito. Es nuestra maleta llena de ilusiones y nos gusta el rimmel y el ketchup. El problema viene al calibrar los afectos de los habitantes de Malasaña. A mí me parece que muchos abrazos vienen etiquetados de gorra, que son exagerados -el hardcore del abrazo, free porn abrazos fuckin- y que mantienen arrebatos etílicos, abiertas intenciones y la absoluta globalización de que nos gusta sobarnos un poco. Pero eso está muy bien. Es una de las razones por las que amo Madrid. Sigamos.
Vale que el mundo está loco y es violento y arrebatado, y está bien que la gente se toque, se de besos cool en la boca, se abrace y se meta la lengua hasta la campanilla, pero en paralelo pienso en la rebaja de valor del abrazo ante tanto afecto masificado. El abrazo se ha globalizado entre los modernos. Que el abrazo sea tan gratuito no le va un resentido social como yo. Aún así, no soy un iceberg, salvo cuando sí he sido pura escarcha del ártico, y he abrazado a mucha gente en mi vida. No he llegado a la alternativa in-soy una loca del coño de los piquitos en la boca, pero sí que he tenido mis afectos. Y siempre he pretendido que tengan su significado. De acuerdo, a veces con tres gin-tonics y dos riojas me ha apetecido abrazar incluso al metre del restaurante, pero otras muchas veces, como todo dios, he estrechado un cuerpo con mucha sinceridad, y sentimiento, y todas esas vainas, y por lo general soy contrario al abrazo gratuito, por el tema de la devaluación. Recuerda: si te toco , te quiero.
A veces el mundo parece un spot publicitario de Fundación La Caixa, o un anuncio de ésos de wonderful life, de Mahou, salvo cuando la buena vibra se va al carajo o hay que salvar el culo. Si tuviera que definir en tres palabras a la sociedad, diría que es afectiva, sensiblera y rencorosa. Y con tendencias bipolares. Cualquier cosa menos una publicidad bonita de taxistas y camareros felices por el plan de pensiones de Banesto, cuando todo el mundo sabe, que a menudo no se gasta buenrollismo ni en un taxi de la terminal 1 (la terminal de los piratas) , ni en una terraza de verano. Ayer lo vi en Malasaña. Las chicas se abrazan fuerte y lloran fuerte, los chinos regentan con esa sonrisa tan cómica y tan esclava el bar de la ciudad en la calle, un hijo de puta (me temo que se hace pasar por policía secreta, pero no lo es) le desmantela a un chinito el tenderete de las cervezas y los bocadillos, un negro cojo se inyecta heroína en la calle del Pez, una chica se deja la rodilla en un bolardo, la gente sigue su paso de guay. El mundo sigue girando. Un grupo de imbéciles exige una hoja de reclamaciones a la camarera más bonita de Madrid. Qué buen rollo, qué borrachera, qué bacanal de magreo, qué risa, que la camarera no os ha puesto la cara bonita. Hay días que las hostias también deberían ser libres de impuestos y sin recargo. Hostias gratis , como los abrazos.
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