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Abstención

Por Carlos Almira , 23 octubre, 2016

A Lola, Pilar, Luis, Raúl y tantos otros, conmigo con los de abajo.

Hoy el grupito que controla el PSOE, contra su propia militancia y en contra su programa electoral, desoyendo la voz de la calle (de la izquierda), ha decidido avalar cuatro años más el gobierno de España, de un Partido que está encausado en los Tribunales, por presuntas prácticas corruptas, y de un señor que ha demostrado sobradamente lo que vale su palabra. Más allá de la izquierda y la derecha, de las calamidades de la «falta de Gobierno», y de las grandes violencias a que se ha visto expuesto uno de los ex presidentes de ese Partido, en una Universidad, lo que se ha puesto de manifiesto en mi opinión, es lo siguiente:

Primero, que el llamado sistema democrático, en realidad régimen constitucional y parlamentario, en España como en todas partes, no es más que un instrumento de gobierno de y para las élites. En efecto: son las minorías cualificadas, representadas institucionalmente en los Partidos y en el Estado, las que toman las decisiones sobre y contra la mayoría de la gente (incluidos en ésta categoría todos aquellos sectores de la sociedad a los que estas decisiones perjudican objetivamente, aunque luego las aplaudan y la apoyen en las urnas).

Segundo: que la llamada social-democracia (social-liberalismo), ya no es una alternativa al poder de esas élites (fundamentalmente económicas), sino una parte de su aparato de poder y de legitimación social. Que nadie se engañe ya a estas alturas. La alternativa ya no es, ni en España ni en ninguna parte, la derecha o la izquierda, sino el sistema parlamentario de las élites o la democracia real, y representativo, de y para la mayoría social. Las élites prefieren la influencia de los lobies, la llamada «gobernanza», al voto que refleje la soberanía popular. Ellos lo llaman sociedad civil, y el fascismo lo llamaba democracia orgánica.

Y tercero: que el PSOE, por lo tanto, ya no es (si alguna vez lo fue), la oposición política en España, sino sólo el candidato a una alternancia en el Gobierno con el otro Partido y la muleta electoral de Ciudadanos. La oposición habrá que construirla, pues, a partir de ahora, no sólo con manifestaciones sino con un discurso verdaderamente alternativo al discurso dominante, que incluya propuestas de cambio real, que puedan algún día arrancar el gobierno de las manos de esas élites.

Ya sé. En unas nuevas elecciones el PP en España rozaría la mayoría absoluta. Pero esta es también es la obra de esa élite que hoy controla (que siempre ha controlado) el PSOE, y que ha conseguido lo que el propio Franco nunca logró: la desilusión y la desmovilización política de una parte importante de sus votantes. Y a propósito de Franco: Yo si creo que debería tener su estatua de bronce, y en la mismísima Puerta del Sol. Una escultura en que se representase el momento histórico de su apretón de manos con Hitler en 1940, en la Estación de Hendaya.


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