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Alégrame el día, Clint

Por José Luis Muñoz , 12 septiembre, 2016

clint-eastwoodCuando hasta figuras emblemáticas del partido republicano de Estados Unidos se están planteando no votar a Donald Trump, que reúne en su persona lo más detestable que se puede encontrar en Estados Unidos (racista, clasista, supremacista, armamentista, y, además, magnate de pésimo gusto que tiene un edificio infame en la Quinta Avenida de New York), sale Clint Eastwood en su apoyo en una entrevista recientemente publicada que ha producido sarpullidos entre los seguidores del cineasta que aún creían que era un mirlo blanco.

A nadie que conozca al ex alcalde de localidad californiana de Carmel, el ultraconservador Clint Eastwood, le puede parecer extraño que apoye al impresentable candidato norteamericano a la Casa Blanca (más de uno se estará preguntando si Donald Trump no es un submarino de Hillary Clinton para obtener ésta una victoria rutilante) y que lo haga con ese lenguaje (tacha a la generación actual de nenazas de los políticamente correcto) que emplea el vaquero del spaguetti western para reafirmarse en su apoyo al tipo del peluquín rubio y féminas recauchutadas 90/60/90. Sus admiradores se sienten decepcionados con sus opiniones que les descuadran con su talento cinematográfico.

Existe una tendencia a confundir al artista con su obra, cuando la obra es mucho más importante y es la que acaba trascendiendo, no el artista. Las opiniones políticas de Jorge Luis Borges eran tan detestables (escribió un poema glosando la guerra de Vietnam) como literariamente excelsos eran sus textos. La ideología fascista de Louis-Ferdinand Celine en nada desmerece la valía literaria de Viaje al fin de la noche. El fascismo militante de otro lenguaraz escritor, James Ellroy, no impide que se le reconozca como uno de los mejores autores de novela negra. Nos gustan las películas de John Ford al margen de su glorificación de la milicia norteamericana.

Admiro a Clint Eastwood, no por sus interpretaciones (siempre me ha parecido un actor limitado que no ha evolucionado mucho desde los westerns de Sergio Leone que le dio la alternativa cinematográfica en Almería), sino por su talento como realizador que ha estado siempre relacionado con la calidad de los buenos guiones que han caído en sus manos (ningún guion de Eastwood ha generado una buena película, lo que es sintomático). Clint Eastwood es autor de unas pocas obras maestras (Bird, Million  Dollar Baby y Mystic River) y de un sinfín de mediocridades, como es el caso de John Huston al que interpretó en Cazador blanco, corazón negro, y el Clint de carne y hueso está mucho más cerca de su personaje de Harry el Sucio, el que aplica la justicia por su mano ante una sociedad de nenazas (que electrocuta y envía a la cámara de gas a inocentes y culpables) que del edulcorado fotógrafo de Los puentes de Madison County.

Clint se acerca al personaje de Gran Torino, que detesta a los coreanos, aunque luego cambie de opinión, o al que glorifica a un personaje deleznable como el héroe americano de El francotirador, un cazador de humanos que lo mismo dispara contra una mujer que contra un niño para defender a los suyos.

Ante sus exabruptos, más corrosivos y contundentes, más inflamados de fascismo según Clint Eastwood va cumpliendo años, echo mano de una frase genial de la escritora canadiense Margaret Atwood: Interesarse por un escritor porque nos gustan sus libros es como interesarse por un pato porque nos gusta el foiegras.

Me gusta tu hígado, Clint, pero alégrame el día y cállate.

 

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