Amigos o amantes
Por Anna Genovés , 27 junio, 2015
El otro día coincidí con una amiga, recién separada, y me dijo que nunca había sido tan feliz: había encontrado una follamigo.
Lo cierto sus explicaciones me parecieron un vademécum emocional. Cuando llegue a casa investigué por mi cuenta y, ¡mira por dónde! He encontrado hasta contratos para tales menesteres:
Ciertamente, el rollito follamigas/os, es válido tanto para hombres como para mujeres; aunque lo utilizan más las féminas. Desde mi humilde punto de vista, tiene un puntito de Las 50 sombras. Vosotros mismos sacaréis las conclusiones…
Las pautas de conducta entre el consenso de follamigas/os, son las siguientes:
- Sexo cuando apetezca, disfrutando al máximo y sin ningún tipo de compromiso.
- Están prohibidos los sentimientos más allá del sexo. Nunca deben confundirse las caricias post coito con algo más.
- Están excluidas las citas románticas. El contrato es únicamente sexual.
- No acaparar la atención más de lo necesario. El follamiga/o no es la pareja de nadie: son amigas/os. Como tales, pueden contarse los problemas. Pero nunca se echarán en cara la falta de llamadas… Por ejemplo.
- Como son amigas/os, ambos pueden tener varios follamigas/os en otras relaciones sexuales esporádicas.
Asimismo, no todos podemos ser follamigas/os. Para alcanzar dicho status, es necesario tener unas aptitudes concretas:
- Para entrar en este rol debes querer a la otra persona como amiga/o, y siempre valorarás lo que haga. El respeto mutuo es indispensable. ¡Ojo! Nunca se debe hablar mal de ese amigo/a que te procura placer.
- Ese amigo/a especial, hará sentir al otro: deseada/o, atrevida/o, hermosa/o, salvaje… En este apartado, he encontrado un hándicap que dice: “Tu follamigo te hará hacer cosas que no haría una mujer decente”. ¡Ahhh…!!! –Cierto. Se me ha quedado cara de gilipollas.
- Un buen follamigo/a, debe ser un maestro/a del sexo, y, además, le gusta jugar. Siempre disfrutará y hará disfrutar al otro. El placer es mutuo.
- Si un día habéis quedado y el amigo/a está chungo, el otro pondrá el hombro. Pero no se debe confundir, nunca, con un paño de lágrimas.
Por todo lo dicho, creo que entre follamigos/as, siempre existe un mínimo de complicidad y atracción tanto física como psíquica. Sin embargo, su función básica es satisfacer las necesidades más primitivas del ser humano: el sexo sin ataduras. No obstante, es obvio que no todos estamos liberados hasta tal punto y que, detrás de estas necesidades, esperamos algo más…
Es un error en el que no debemos caer para no desvirtuar la esencia de esta persona, amigo/a, con derecho a roce. Si alguno de sus miembros siente celos, ha pasado la barrera del ‘solo sexo’ y está surgiendo el amor. ¡Cuidado! Hay que tener las cosas más que claras: transparentes.
En fin, follamigas/os, amigas/os con derecho a roce, amantes, queridas/os, amigas/os especiales, mantenidas/os… Y un largo etcétera que con sus más y sus menos, viene a recoger una terminología similar: mismo perro con distinto collar. Siempre han existido de manera encubierta. Actualmente, está a la orden del día y es vox pópuli. Es más, quien no tiene por lo menos uno, parece anticuado.
Como escribidora, que no lectora de L. E. James, opino que el novedoso apelativo, ha pasado de residual a cotidiano. Y creo que dicha autora, cuyas novelas han roto todos los pronósticos previstos, lo ha puesto moda: desde luego, es un fenómeno de masas.
En el fondo, el sexo libera al animal que llevamos dentro. ¿Qué queréis que os diga? Soy muy antigua. Me quedo con los roces y que follamigue quien le apetezca.
¡Feliz verano! Y, hasta la próxima.
©Anna Genovés
26/06/2015
Versión larga, publicada en el blog personal de la autora MEMORIA PERDIDA
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