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Aquí hay gato encerrado

Por David Acebes , 15 julio, 2014

La poesía es el juego de la posibilidad.

Rafael Argullol

Pregunta: ¿Puede un poema estar «escrito» y «no escrito» a la vez?

Respuesta: Sí, si aplicamos la paradoja cuántica de Schrödinger.

En 1935, Erwin Schrödinger planteó un experimento «imaginario» consistente en meter en una caja cerrada y opaca un gato, una botella de gas venenoso y un dispositivo con una partícula radiactiva con una probabilidad del 50% de desintegrarse en un tiempo dado, de manera que si finalmente dicha partícula se desintegraba, el veneno se liberaba y el gato moría. Por el contrario, si la partícula no se liberaba, este físico austriaco entendía que el gato vivía.

Si aplicamos la teoría clásica, lo que a lo largo de la historia hemos denominado «sentido común», es obvio que el gato está vivo o muerto antes de que abramos la caja y comprobemos su estado. Sin embargo, para la teoría cuántica, la descripción correcta de este sistema (en el intervalo de tiempo que media entre que metemos el gato y comprobamos su estado) es la superposición de los estados «vivo» y «muerto», es decir, hay una superposición de estados posibles hasta que interviene el observador. Entiéndanme, el paso de un estado (estado cuántico V, de vivo) a otro (estado cuántico M, de muerto) se produce como consecuencia del proceso de medida (esto es, cuando abrimos la caja) y no se puede predecir el estado hasta el final del experimento. En definitiva, durante cierto tiempo, el gato ni está vivo ni está muerto, dado que solo poseemos la probabilidad del resultado, no el resultado en sí.

Para resolver esta incógnita, existen diversas interpretaciones de carácter especulativo. La que presta más interés a nuestra columna es la «interpretación de los múltiples universos» de Hugh Everett, que dice (cito textualmente) que “cada evento involucra un punto de ramificación en el tiempo, el gato está vivo y muerto, incluso antes de que la caja se abra, pero los gatos «vivos» y «muertos» están en diferentes ramificaciones del universo, por lo que ambos son igualmente reales…” Como dijo un sabio, “ni me imagino cuántos posibles estados cuánticos hay”. Este es el motivo por el que me gusta tanto la física cuántica. Es pura intuición, al igual que la poesía…

Pongamos un ejemplo. Llamaremos estado cuántico A al siguiente poema de Pablo Neruda. Fechado en 1924, lo podemos encontrar entre los papeles del epistolario del poeta enviado a Albertina Azócar, una de los dos musas (¿o hubo tres?) de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

La última luz te envuelve

en su llama mortal.

Doliente. Seria. Absorta.

Detrás de ti da vueltas

el carroussel de las estrellas.

Doliente. Absorta. Muda,

estás diciendo una palabra inmensa.

Doliente. Absorta. Pálida.

Un racimo de sol

me dice adiós desde tu vestido oscuro.

Detrás de ti se aleja

la hélice infinita del crepúsculo.

 

Por otro lado, llamaremos estado cuántico B a la versión definitiva de ese mismo poema, el n.º 2 del libro antes citado y archiconocido por todos.

En su llama mortal la luz te envuelve.

Absorta, pálida doliente, así situada

contra las viejas hélices del crepúsculo

que en torno a ti da vueltas.

 

Muda, mi amiga,

sola en lo solitario de esta hora de muertes

y llena de las vidas del fuego,

pura heredera del día destruido.

 

Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro.

De la noche las grandes raíces

crecen de súbito desde tu alma,

y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas,

de modo que un pueblo pálido y azul

de ti recién nacido se alimenta.

 

Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava

del círculo que en negro y dorado sucede:

erguida, trata y logra una creación tan viva

que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.

 

Si se fijan ustedes, se trata del mismo poema, pero con dos estados cuánticos distintos. Si Neruda no hubiera escrito la versión definitiva y la hubiera escrito otro autor, este último hubiera sido acusado de plagio, por lo que forzosamente tenemos que admitir que se trata del mismo poema. Cosa distinta es la forma o estado cuántico que el poema adopta en la mente de Neruda. Podría haber cogido cualquier otro ejemplo clásico, pero este poema creo que ilustra bien la idea que quiero expresar de los estados cuánticos. No obstante, admito que aún no he resuelto la cuestión de si un poema pueda estar escrito o no al mismo tiempo, por lo que pondré otro ejemplo.

Llamaremos estado cuántico C (C de Cernuda) al estado del siguiente poema que escribí, a instancias de la Cruz Roja, para una postal-homenaje que conmemoraba el día 25 de noviembre del año 2003.

LOS AÑOS MALGASTADOS

 

“Viciousness in the Kitchen!”

                                     Sylvia Plath

 

Te vi, con diez años menos,

agotada ya de la vida repetida,

entre platos rotos como ojos

o sacando brillo a sus puños.

 

Te vi enmudeciendo de golpe,

labios sin ventana, fantasma

del hombre que ama a hurtadillas

para no ser visto con tu sangre.

 

Te vi a oscuras en la cocina,

aferrada a sus besos clavados,

mientras en tu cama aún gemía

una luna maltratada por las nubes.

 

Hoy, mi alma sonríe imaginándote

bajo la sombra de tus propios hijos,

sin nombre quizá, y más desconocida,

olvidando seguro los años malgastados.

 

A continuación, nos fijaremos en el siguiente poema, publicado por el Ateneo Blasco Ibáñez en el libro colectivo Latidos contra la violencia de género, año 2012. Vamos a llamarlo estado cuántico B, (B de Benedetti):

LAS MIL Y UNA HERIDAS

 

Te vi, con diez años menos

agotada ya

de las Mil y una heridas

entre platos rotos como ojos

o sacando brillo a sus puños

 

te vi, enmudeciendo

golpe a golpe

con tus labios clausurados

asqueada de un fantasma

que acechaba a tus hijas

 

te vi, como una actriz

sin futuro

aferrándote al dolor

mientras a palos asumías

que tu príncipe salió rana

 

hoy te veo y sin embargo

todo ha cambiado

él, a cientos de besos de ti

tú, felizmente separada

con tu corazón

a buen recaudo.

 

Como ven, tenemos dos estados cuánticos (el C, de 2003, y el B, de 2012). Ahora “imaginemos”, o mejor dicho, “intuyamos” que en el año 2038 me piden otro poema sobre la violencia de género. ¿Qué creen ustedes que haré yo? Con toda «probabilidad» volveré sobre el germen de este poema, dotándolo de otra forma, es decir, de otro estado cuántico, que llamaremos estado cuántico X, es decir, escrito bajo la influencia de X autor. Por tanto, trasladando la paradoja de Schrödinger a mi microcosmos poético, podemos concluir a ciencia cierta que un poema sí puede estar «escrito» (estados cuánticos C y B) y «no escrito» (estado cuántico X) al mismo tiempo…


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