Las estelas del 15M
Por Agustín Ramírez , 24 mayo, 2014
Ya han pasado tres años desde el inicio del movimiento 15M y estamos a menos de una semana de unas elecciones generales al parlamento europeo y yo me pregunto ¿qué ha sido del movimiento 15M y como ha influido en la sociedad española?
El movimiento 15M, movimiento de los indignados, fue un brote de ideas políticas, de reivindicaciones, de libertad, que surgió frente al hastío que la sociedad española sentía hacia una gran parte de la clase política y contra los atropellos que se estaban cometiendo a los derechos y la calidad de vida de los ciudadanos.
El movimiento ciudadano surgido tras la manifestación del 15 de mayo y su posterior acampada en la Puerta del Sol de Madrid, mantenida hasta junio del mismo año, ancla sus raíces en la crisis económica que se evidencia desde el año 2008 y que se va agravando progresivamente. Lo que inicialmente parece una crisis financiera devenida por la desregulación de los mercados financieros y un libertinaje sin control del mundo financiero, se va decantando, progresivamente, hacia un recorte de los derechos ciudadanos como único camino para salir de la citada crisis, lanzándose una campaña mediática que pretendía hacer creer que los ciudadanos habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora debíamos pagar esos excesos, aceptando unos recortes sociales para compensar tamaño dispendio. Lo que no se decía, es que el auténtico derroche se había producido por la pésima gestión de bancos y cajas de ahorros: los préstamos al sector inmobiliario, las cláusulas suelo en los préstamos hipotecarios, el timo de las participaciones preferentes, la falsedad de los balances oficiales del sector financiero –declarando beneficios contables cuando en realidad se trataba de grandes pérdidas- y el papel jugado por el Banco de España, conociendo y, cuando menos, consintiendo que todo lo anterior sucediese.
Para combatir toda esta podredumbre, el gobierno del Sr. Zapatero, que se negó de un modo entre infantil e irresponsable a reconocer la existencia evidente de una crisis económica, legisla a favor de una reforma laboral –recorte de derechos sociales-, de una reforma del sistema público de pensiones –endureciendo su acceso y rebajando su cuantía-, decreta un recorte y posterior congelación del salario de los empleados públicos, oculta una carta de la Troika imponiendo durísimos ajustes sociales, que culminan con una reforma del artículo 135 de la constitución por el que se impone que el pago del capital y los intereses de la deuda pública de las Administraciones gocen de prioridad absoluta –esta reforma fue aprobada con nocturnidad y alevosía apoyándose en el voto de los diputados del PSOE, PP y UPN y negándose a la celebración de un referéndum ante un tema tan trascendental. En este escenario, el 20 de noviembre de 2011, se celebran elecciones generales que resultan ganadas por el Partido Popular que obtiene mayoría absoluta, al tiempo que 11 millones de españoles,de 35 millones de votantes posibles, se abstienen de ir a las urnas. La mayoría absoluta del Partido Popular nos ha traído más congelaciones salariales de los empleados públicos, más crecimiento del desempleo, más recortes en el sector público –sanidad, educación-, más recortes en el sistema público de pensiones, más desigualdad social, más desprotección para los desempleados, más familias sin ningún tipo de ingresos.
Y en este caldo de cultivo fueron calando las ideas del movimiento 15M:
Reforma de la Ley Electoral –tanto en su sistema de cálculo como en una elaboración de las listas de candidatos más transparente y participativa- con el objetivo de que la representación popular se acerque más a la realidad social. El no nos representan, si bien para mí no todos los partidos son iguales aunque varios se parecen demasiado, es uno de las proclamas más coreadas en el movimiento 15M; derecho a una vivienda digna, dación en pago y alquiler social; sanidad pública y universal; enseñanza pública y laica; reforma fiscal: favorable para las rentas más bajas, recuperación de impuestos eliminados y mayor lucha contra el fraude fiscal; combate por la supresión de los paraísos fiscales; reforma de los privilegios de la clase política; lucha contra la corrupción y su vinculación con la vida pública y la clase política; desvinculación real y efectiva de la Iglesia y el Estado; medidas a favor de una auténtica separación de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial; reducción del gasto militar; transparencia absoluta de las cuentas públicas y un control más exhaustivo de las mismas, así como de la financiación de los partidos políticos; recuperación de la Memoria Histórica.
Estas son algunas, que no todas, de las reivindicaciones del movimiento 15M. La vida institucional ha ido devorando las reivindicaciones que los partidos pequeños apoyaban hasta dejar como un recuerdo todos esos motivos de indignación ciudadana. Las reglas del juego hoy son las que son y las alternativas están claras: o se forma una gran coalición a la izquierda del Partido Socialista –dejando a un lado las batallitas entre cabezas de ratón y colas de león – o la “pureza ideológica”, los “personalismos” y las “banderitas parciales”, de alguna manera y sin ánimo de ofender, el “infantilismo izquierdista”, solo conseguirán asentar y mantener un falso bipartidismo político institucional. Todos deberían reflexionar y ser más generosos en aras de ofrecer alternativas reales a problemas sociales graves, de lo contrario todo seguirá como hasta ahora, incluso peor, y el lamento posterior solo conducirá a un lamerse las heridas y que tome fuerza la idea de que así ya nada es posible, hay que poner todo patas arriba y empezar de nuevo.
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