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Stories written by oscarmprietoÓscar M. Prieto nació en Benavides de Órbigo (León) en el 73. Filosofía, Derecho e Historia son los tres pilares de su formación académica. Ha sido profesor de Filosofía Política y de Teoría del Derecho. Próximamente saldrá su nueva novela: Y por esto el príncipe no reinó (Sílex). Antes de esta, ha escrito las siguientes novelas: Berlín Vintage (Tropo) —finalista del Prix du livre eurpèen, 2015— , 40 (Eolas), Love is a game (Inéditor), Las horas se ríen de mí (Efecto Violeta), El tercer Sacramento (Comunidad de Madrid) y Palabras de carne y hueso (Premio Jóvenes Escritores Fundación Caja Madrid). Columnista los miércoles en La Nueva Crónica de León y creador de un universo libérrimo, Patacosmia, en la revista Experpento. La fortuna le regaló vivir en Roma por un tiempo y de árboles y flores intenta aprender lo que es el tiempo, ese tiempo ahora renovado por su hijo León.
Concibo el gesto de morir como uno de los más personales que un ser humano realiza a la largo de la vida y como tal, entiendo que se le debería…
31 marzo, 2016Leer más
Es fácil reconocer a Alfonso en mitad del jaleo que anima los platós, en los que una pequeña legión de estudiantes –con auriculares, sentados al control, delante de las cámaras,…
16 marzo, 2016Leer más
¿De dónde nos nace este anhelo tan humano por saber, por conocer? Siendo como somos insignificantes, es heroico nuestro empeño en desentrañar los misterios del universo. Nos asombramos por el…
9 marzo, 2016Leer más
Partamos de la distinción entre lo que es y lo que debería ser. Del mundo del ser, se encarga la Física y el mundo del deber ser es cosa de…
1 marzo, 2016Leer más
Lo vi estas últimas navidades. Íbamos Tomi y yo caminando hasta el río y él regresaba de paseo. Como siempre, me alegró saludarle: Qué alegría verle, Don Luis. ¿Cómo está?…
19 febrero, 2016Leer más
Ladran. Parecen que ladran. Escucho mejor. No, no son perros. No muerden. Procuro la atención. Afino el oído. Cacarean. Sí, se parece más a un corral de gallinas. Crestas rojas…
2 febrero, 2016Leer más
Ya pasó. El Niño ya nació, cambiamos de año y los Reyes llegaron con su séquito de pajes, dejaron los regalos y se fueron, por camino distinto al que vinieron,…
14 enero, 2016Leer más
Nada mejor que un versículo eficazmente sacado de contexto para zanjar una discusión o, como es el caso ahora, para comenzarla. Afortunadamente para polemistas y tahúres, frecuentadores de los argumentos…
29 diciembre, 2015Leer más
“Apenas amanezca hazte en tu interior estas consideraciones”. Es noche cerrada cuando me levanto. Me gusta madrugar cuando nadie me lo impone, cuando es mi elección. Ni un ruido, ninguna distracción. Hasta los ratones duermen y las últimas moscas que insistían en vivir no superaron la semana pasada. Es el momento perfecto para releer estas meditaciones, antes del amanecer. “Tropezaré con algún entrometido, con algún ingrato, con algún insolente, con un doloso, un envidioso, un egoísta”. Así comenzaba Marco Aurelio el día, haciéndose la cuenta de lo que se iba a encontrar, pero sabiendo que, todos estos males -la ingratitud, la envidia, la insolencia, el egoísmo- les sobrevenían a los seres humanos por ignorancia. Marco Aurelio, emperador de Roma, escribía cada noche en su tienda de campaña, en el campamento de Carnuto, durante la larga y sangrienta guerra que libraba contra los germanos, a orillas del Rin, sabía que no podía enfadarse con ninguno de ellos pues él mismo participaba de su misma naturaleza, que con los hombres más deleznables compartía la misma inteligencia y chispa, pariente de todos ellos, de sus semejantes, no podía recibir afrenta de ninguno, ni ninguno mancharle con su infamia. Era el hombre más poderoso del mundo, señor de vida y muerte sobre millones de súbditos, pero sabía que nada en su naturaleza humana le diferenciaba del más mísero de sus siervos. Los dos últimos representantes de la escuela estoica fueron él, emperador, y Epicteto, esclavo. Ambos sabían que el ser humano no puede enojarse contra su pariente “ni aborrecerle, puesto que hemos sido creados para ayudarnos mutuamente, como lo hacen los pies, las manos, los párpados, los dos órdenes de dientes, el superior y el inferior”. Va saliendo el día, aunque la helada permanecerá durante la mañana. Oigo ruidos humanos por la casa, alguno ya se ha levantado. Cierro el libro, retengo en la lengua la conclusión a la que llega Marco Aurelio, pero preferiría conservarla en la memoria y grabarla en el ánimo: Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es ir contra la naturaleza. Y es tratar a alguien de adversario el hecho de indignarse o apartarse de él. Les deseo una feliz Navidad, de corazón. Salud www.oscarmprieto.com…
24 diciembre, 2015Leer más
Nada propicia más el desprecio que la ignorancia, el desconocimiento. Sólo valoramos aquello de lo que conocemos su valor y no siempre. Quizás por esto, por ignorancia de todos los…
10 diciembre, 2015Leer más
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