Ayer se fue
Por Oscar M. Prieto , 12 abril, 2016
Ayer se fue, mañana no ha llegado y hoy se está yendo sin parar un punto. Versos eternos del inmortal Quevedo. El tiempo que se escapa, nuestra condición fugaz, inaprensible, pasajera. El tiempo que inexorablemente huye, marcando a fuego el código genético de la existencia humana. La imposibilidad de detenerlo, contenerlo, de frenar su carrera. El tiempo que se va. Qué se me va, qué se me fue el instante y con él la eternidad. Otro inmortal, Juan Ramón.
Ayer, mañana, hoy, tres etapas de un mismo caminar, de un continuo temporal. Leo eslóganes, escucho conversaciones cada vez más insistentes. Vivir el presente. Sólo existe el presente. El presente como un mantra, el presente como la panacea, el fármaco capaz de curar todos nuestros males, temores, ansiedades. El presente es la palabra mágica, el sortilegio de esto que se ha dado en llamar “pensamiento positivo”. El presente como un talismán.
Y digo yo que esto del presente estará muy bien para los peces, por ejemplo, pero no funciona si hablamos de seres humanos. Es Esencialmente imposible porque la esencia del ser humano, a diferencia de los peces, es la memoria, la memoria del ayer en el que se asienta y fundamente el presente de cada nuevo día, el hoy desde el que se coge impulso y al mismo tiempo se ve animado por la ilusión y la esperanza del mañana. No seríamos seres humanos si careciéramos de ayer-hoy-mañana, trilogía que acaba, por desgracia, en tragedia. Esta es nuestra condición de ser.
He estado plantando tomates con mi padre el fin de semana. Los plantaba en tiempo presente, pero plantaba las semillas de un pasado, plantaba tomates, no por el presente de plantar tomates, si no por el futuro de comerlos. No era el presente de plantarlos lo que me interesaba, más bien la esperanza de las ensaladas y de distintas salsas.
Y con todo igual que con los tomates. Somos ayer, hoy y mañana y no podemos segregar ninguna de las partes. Otra cosa distinta es amargarse por problemas que ya fueron o por los que no han llegado. En esto es muy claro el Evangelio, no nos aflijamos por los afanes de mañana, pues cada día tiene su propio afán. “Soy un fue, un será y un es cansado”. Concluía pesimista el poeta. Nosotros no, mejor aprovechemos el momento.
Salud.
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