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«Banda sonora para un golpe de estado», de Johan Grimonprez

Por José Luis Muñoz , 9 marzo, 2025

Si hablamos de un documental redondo, el del belga Johan Grimonprez (Roeselare, 1962), que ajusta cuentas con la política colonialista de su país en el Congo, roza la perfección, aunque no se haya alzado, por razones políticas, con el Oscar al mejor documental por el que estaba seleccionado.

Banda sonora para un golpe de estado es un alambicado entretejido de música, jazz, y política criminal, la de Bélgica en el Congo cuando, tras concederle la independencia a regañadientes en tiempos del rey Balduino y del primer ministro Paul-Henri Spaak, decidieron sacar de en medio a Patricio Lumumba, uno de los más carismáticos líderes africanos que acabó siendo asesinado por el títere Moisés Tshombe que contrato mercenarios sudafricanos para masacrar a sus compatriotas con el beneplácito de la metrópoli y el visto bueno de la CIA en un conflicto que habría que incluir en la Guerra Fría que se libraba entre las dos potencias, Rusia y Estados Unidos. ¿Qué tenía el Congo que pudiera interesar a las grandes potencias? Enormes yacimientos de uranio para fabricar bombas atómicas.

Pero la película de Johan Grimonprez, un documentalista devoto de Alfred Hitchcock y con una amplia filmografía a sus espaldas,  no es solo un film de denuncia de un crimen político en África, sino que el realizador une hábilmente el mundo del jazz, solidarizado mayoritariamente con el líder congoleño, y por la pantalla, e interpretando algunas de sus hits musicales disfrutamos de la presencia de Louis Armstrong, que fue embajador de buena voluntad de su país en África y ofreció multitudinarios conciertos en Leopoldville, Miles Davis, Aretha Franklin, Miriam Makeba, Thelonius Monk, Dizzy Gillispie, que en un arranque de humor hace campaña para la presidencia de los Estados Unidos, Nina Simone, Abbey Lincoln, Max Roach y John Coltrane.

En un montaje sencillamente prodigioso, sin que pierda en ningún instante el ritmo ni el interés por lo que se cuenta, y con ese festival de buen jazz como banda sonora de fondo, Johan Grimonprez hace una extraordinaria labor de documentación para este alegato anticolonialista y antirracista y recoge testimonios del jefe de la CIA Allen Dules, partidario de asesinar a Lumumba, Fidel Castro que hizo suya su causa, Nikita Kruschev que clamó una y otra vez en la Asamblea de la ONU contra el colonialismo, zapato en mano, el líder negro norteamericano Malcolm X que sería asesinado después, Eisenhower, Dag Hammarskjöld, el secretario general de la ONU que tuvo un papel muy controvertido en el golpe de estado que acabó con Lumumba, inserta entrevistas a sanguinarios mercenarios sudafricanos que intervinieron en las revueltas, discursos de Patricio Lumumba, las protestas de los negros de Harlem violentamente reprimidas, imágenes actuales de ese país que no ha tenido un instante de paz desde el día de su hipotética independencia, e incluye la turbulenta sesión del Consejo de Seguridad de la ONU en la que Abbey Lincoln y Max Roach, músicos de jazz, se colaron para gritar asesino al representante de Bélgica.

Una lección de historia, para pasar en centros educativos por su didactismo y amenidad, que también lo es de buen cine, y desde luego extraordinariamente musicada por intérpretes de lujo.

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