Canciones para una música silente, de Antonio Colinas
Por José Luis Muñoz , 5 octubre, 2014
Reúne Antonio Colinas (La Bañeza, León, 1946) en Canciones para una música silente una serie de poemarios imprescindibles que son un abanico de su creatividad poética.
El laberinto invisible consta de los poemarios En invierno retorno al Palacio de Verano, de temática oriental, y de Catorce retratos de mujer, trece fotografías femeninas hechas verso. Los poemas que componen Semblanzas sonámbulas tienen hondura reflexiva y filosófica y en ellos hay rastros de Fray Luis de León, Vicente Aleixandre y Goethe. Las opciones vitales como trenes que parten de una estación: En el centro de la Estación Central,/estoy quieto, de pie, extraviado/con mi maleta,/y es como si todos los trenes del mundo/estuvieran llegando y partiendo/a mi alrededor./Pero, como en la vida,/no sé cuál puede ser/mi tren definitivo,/el que puedo perder para siempre.
Siete poemas civiles tienen un efecto reivindicativo de lucha social y de clases y tiene como eje la guerra incivil. Sólo la Noche podrá detener/ese combate/de la palabra desnuda/contra la flecha envenenada/del tiempo,/que ya tensa su arco. Junto a otros anclados en el más rabioso presente/ Te diré lo que hoy viene en las portadas/de los periódicos del mundo:/los planes de los lobbys,/los veredictos interesados de las agencias rating,/los últimos gemidos de la crisis, la alta voz del poder y de la ira,/la cizaña de las agitaciones programadas,/(“primaveras” ideológicas que acaban siendo inviernos,/pues traen la sangre/con que se experimentan nuevas armas).
En Un verano en Arabí reúne poemas exóticos de texturas sensuales con sonoridades mediterráneas o del norte de África. Redescubrir tu cuerpo/posando muy despacio/mi mano en tu nieve,/y sentir cómo arde.
Termina el libro con Canciones para una música silente, que da nombre a todo el volumen, poemas reflexivos sobre el sentido de la vida, la etapa que el poeta ya ha echado a andar. En el invierno de la vida/buscamos, en posada apacible/donde arda un buen fuego,/ese vaso de vino/que concede un instante/cuanto hemos soñado. Y la muerte como la paz de la vida. Después de tanta ardua batalla, sólo sé/que, si pienso mi muerte,/la siento ascender por las venas/como una paz perpetua.
Colinas se/nos interroga a través de sus versos, se hace preguntas sobre el fin al que todos estamos abocados. El arte es una búsqueda que deja interrogantes sin respuestas. En esta última hora, debo pensar el sentimiento/para neutralizar el combate atroz de mi carne con el más allá,/el combate de la que pronto habrá de ser mi tumba/con el más allá.
Hay imágenes que ya pertenecen al imaginario colectivo, como la niña del napalm de Vietnam, y que Antonio Colinas subraya. Pero antes creí haberla visto,/escapando de una negra borrasca de espinos,/corriendo desnuda,/crucificada en un aire de napalm. Junto a reflexiones sobre el pode redentor que tiene el arte en la humanidad. ¡Perennidad del arte, que apacigua/y salva a los seres humanos/de ser fieras! Y elegante erotismo. Safo me llamo y sólo soy de ti./Ábreme aún más los ojos, ábreme/ aún más los muslos y los labios;/toma, oh mar, mi corazón sonámbulo,/que sea todo tuyo,/y traspásalo/con la blanca ebriedad de tus saetas/de fuego.
Es Canciones para una música silente una antología necesaria en la que el lector encontrará la variedad temática—León, Roma, Extremo Oriente, la guerra civil, la crisis democrática y económica—que inquieta a este poeta, ensayista y narrador cuya lírica nunca pierde de vista la tierra que pisa.
¿Y si fuese la música el silencio?/Dejad hablar a la silente música,/pues ya sólo importa el descenso/de la nieve.
Título: Canciones para una música silente
Autor: Antonio Colinas
Género: poesía
Editorial: Siruela, Libros del Tiempo, 2014
ISBN: 978-84-15937-67-8
Páginas: 232
Precio: 19,95 €
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