Carta a Ismael Serrano – Festival Grec
Por Javier Gil , 16 julio, 2015
Lugar: Teatre Grec (Barcelona) Fecha: 9 de Julio de 2015
Fotografía: Gemma Alonso
Estimado Ismael:
Te escribo esta misiva con la esperanza de que llegue a tus manos y con la intención digital de expresar ideas u opiniones que quizás en persona no me atrevería; reconozco mi cobardía.
Podría escribir una reseña al uso donde dijera lo bien que suena la acústica del teatre Grec, que la banda es un rodillo decorado con melodías y habilidades varias, que el nuevo disco “La llamada” pretende rendir un homenaje a las percusiones de los carnavales, a los sonidos tradicionales sudamericanos o, incluso, que tu presencia encima de un escenario ha madurado como el buen vino. Me niego.
Hace unos días nos congregaste a todos, nos llamaste y nos citaste en el Festival Grec. Avisaste de lo que íbamos a ver: un espectáculo digno del romanticismo de siglos anteriores. El trovador ya no es trovador. Ahora le das una vuelta de tuerca a todo y acompañas el compromiso y sensibilidad de tus letras con audiovisuales que adornan los mensajes con una sutileza digna de ti. Hasta aquí todo podría parecer bastante lógico y poco especial, si entendemos que no es extraño encontrarse como oferta cultural la mezcla de imágenes y canciones. Tu ventaja es que nadie remueve ese corazón estancado como tú. La honestidad se hace patente en cada uno de los versos que cantas, que salen por esa voz cada vez más adulta en comparación con aquellos primeros años en los que deambulabas por los espacios de Madrid.
Fue realmente así, amigo. Saliste y fuiste dejando ver una a una tus cartas: un giro nuevo en las canciones (por cierto, dile a Jacob Sureda que nunca deje esto de la música, es un placer sentir de que manera disfraza las armonías con sus arreglos), discursos de lucha social, la rabia por la actualidad que vivimos (desahucios, bancos etc.).
Pero el objetivo de este escrito es decirte que me has de dar clases. Hasta ahora había olvidado algunas lecciones de emoción, de delicadeza. Por ejemplo, a mi lado izquierdo se sentaron tres chicas. Muy monas o no monas, eso da igual. Me giraba para ver sus reacciones de vez en cuando. Estaban expectantes. Ojos abiertos como platos, susurrando las letras de casi todas las canciones y rostros nocturnos de agradecimiento ante la ternura ofrecida. ¿Eso cómo se hace, querido Ismael?
En aquel instante que salían luces de tus manos, jugaste con efectos visuales cual mago americano, dedicamos un guiño a la lluvia cuando abriste el paraguas y cantabas “Ahora que te encuentro” y, sobretodo, rompías de nuevo los esquemas, la razón a los que siguen opinando que eres el cantautor pesado, oratoria aburrida, historias que no tienen fin o que te pareces mucho a Joan Manuel. Yo te pregunto: ¿y qué hay de malo en esa comparación con Serrat? ¿Acaso es una bajeza?
Por otra parte y en este contexto, mi argumento esgrimido no es muy convincente ante alguien que quiera irte a ver a uno de tus conciertos. Si me permites citaré tres momentos, tres disparos certeros y con intención.
Uno. Cantar “Érase una vez” de J. A. Goytisolo con una delicadeza pasmosa. Dos. La actualidad asesina y el pasado pendiente o el futuro incierto siguen vigentes con “Papá cuéntame otra vez”. ¿Conoces a muchos compañeros de oficio que pongan imágenes del mayo del 68, de ese NO que nuestros padres gritaron por las calles llenas de adoquines y de yugos? Yo vi pocos, por eso agradezco tu valentía y buen gusto.
Tres. Todo lo haces fácil. Tuviste un anfiteatro casi lleno a tus pies. Tres horas llenas de fiesta, de épica y de amor. De eso se trata. Amor.
Me despido de ti. Esto debería de haber sido una crónica al uso pero no me dio la gana. Quise estar a tu altura. Espero haberlo logrado. Los escritos robotizados los dejo para otros.
Abrazo informal.
Voz y guitarras: Ismael Serrano, teclados: Jacob Sureda: percusión: Juan Carlos Melián el Pana, batería: Valentín Iturat, bajo: Josemi Garzón.
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