Casillas, con ojos de Rimbaud
Por Gorka Ellakuría , 11 febrero, 2014
Lo de Casillas es casi nuestra historia de los últimos años. Vivía en la cresta de la ola, se le acabó el mar y acabó por toparse con la arena. Ahora esta con ojos de Rimbaud, melancólico y con el orgullo hecho trizas. Un poco como un parado al que no le llegan ofertas. Su despertar fue Mourinho, que siguiendo con la metáfora sería algo así como la crisis personal del portero blanco. Primero llega sibilino, se instala y al tercer año te destroza (a Casillas y a la imagen del Madrid). Para redondear el drama de Shakespeare nos falta un italiano. Ese es Carleto, hombre de gesto amable, de ceja alta y maestro en el escapismo de problemas. Muy Rajoniano en su manera de entender la vida.
Y ahí sigue Casillas, de protagonista a jugador comparsa. “Para la Copa”, dicen los más desalmados. Los tipos tan grandes como Casillas pasaron una barrera por la que ya no pueden ser segundos. Son reyes o no son. No me imagino a Pedro J. Ramírez deambulando por El Mundo satisfecho por haber acabado su columna mientras otros manejan el timón. Ya no sirven para la Copa.
A Iker se le ha puesto cara triste y cada día que pasa se habla menos de él. De indiscutible a discutido y de allí a olvidado, a la velocidad del rayo. Mou lo torturó y jugó con él, como también lo hizo con Adán y con Diego López, a los que puso en el disparadero mediático, a modo de chaleco anti-balas para cubrirse de su muy discutible manera de actuar y su pobrísima eficacia (una liga y una copa en tres años).
El portugués se marchó a Londres para afirmar aquello de que él es del Chelsea y del Inter. Pese a ello, aquí, en Madrid, muchos siguen dando palmas a ese entrenador que renegó de madridista y que se cargó a una de las leyendas del club blanco. El infortunio de Casillas es celebrado por algunos blancos, como si no existiera pasado merengue más allá de Mou. Es para ponerse melancólico.
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