Cómo conocí a vuestra madre: El final menos legendario
Por Redacción , 12 abril, 2014
POR MARC TORO
Atención: este artículo contiene spoilers del final de Como conocí a vuestra madre.
“No voy a mentir, fue un largo fin de semana, con más altibajos de los que puedo contar. Fue un retorcido y difícil camino que nos llevo al final, y no todo fue perfecto”. Así explicaba Ted (Josh Radnor) a sus hijos las 48h previas a la boda de Barney (Neil Patrick Harris) y Robin (Cobie Smulders), en el penúltimo capítulo de ‘How I met Your Mother’ (HIMYM). Estas mismas palabras ilustran a la perfección la novena y última temporada de la serie. Una temporada que podríamos calificar de sólo apta para fans: Sin apenas emoción, los únicos alicientes que tenía el espectador eran descubrir más historias del grupo de amigos neoyorquinos más famoso de la última década (19 de septiembre de 2005 – 31 de marzo de 2014) y, está claro, saber cómo nuestro protagonista conoció a Tracy McConell (Cristin Milioti), la madre, a la que sin embargo ya pusimos cara al final de la octava temporada.
No se puede decir que todos fueran capítulos sobrantes, porqué hacía falta cerrar varios frentes, aunque sí hubo momentos totalmente innecesarios. ‘Bed time stories’, el episodio de las rimas, es el ejemplo más paradigmático, por no hablar de Robin volando en ‘Sunrise’ (9×17) o la pesadez de centrar toda la temporada en un solo fin de semana. Gracias, flashbacks.
Pero si la última temporada fue un ‘bonus track’ para los más férreos seguidores de la sitcom, los dos últimos capítulos fueron lo más cercano a un ‘spin-off’ desagradable. La acción empezó a acelerar a una velocidad vertiginosa y en 42 minutos se explicaron 16 años de historia -de 2014 a 2030, el presente narrativo-. Discusiones, desilusiones y niños salidos de debajo de las piedras dieron lugar a un final precipitado y poco creíble. Pero vamos por partes.
Uno de los mayores errores del controvertido final fue la destrucción de la evolución de los personajes. Las más sonadas, las de Barney y Robin. Después de toda una serie de encuentros y desencuentros, de reconciliaciones y superación, así como una temporada entera dedicada a su boda, la pareja más genuina de HIMYM acabó en divorcio. Un golpe bajo que mayormente se justificó con la tendencia de Robin de anteponer su vida profesional a la matrimonial. Se trata de un argumento insuficiente que, además, comete un error de base. Cabe recordar que en el tercer episodio de la quinta temporada, ‘Robin 101’, cuando Ted explica a Barney cómo ser el novio perfecto para Robin, se llega a la conclusión final de que “ningún éxito profesional sustituiría lo que ella necesita, que son una simples palabras de su padre: ‘Robin, estoy orgulloso de ti'”. Su padre (Ray Wise), la acaba acompañando al altar.
Dejando al margen su repentina explosión de sentimientos hacia Ted (ya llegaremos a eso), Robin se acaba desvinculando por completo de su grupo de amigos, su familia, algo impensable en tiempos anteriores. Pero si los guionistas cometieron un crimen en la evolución de los personajes, la principal víctima fue Barney. Tras romper con Robin, se deja de lado toda la madurez que adquirió con el tiempo, se le vuelve a situar en sus inicios más canallas y se borra todo tipo de tristeza, culpa o remordimiento hacia su matrimonio fallido. Stinson out! Los personajes, como las personas, tienen un fondo inalterable, pero algo importante había cambiado en el interior de Barney, o eso nos hicieron creer. Incluso entrego su famoso ‘Playbook’ a dos jóvenes aprendices del arte de ligar, antes de casarse, en uno de los momentos más emotivos de la temporada. Sea como sea, la gota que colmó el vaso fue el nacimiento de una hija, Ellie, fruto de su relación con la chica ‘número 31’ -a la cual no llegamos a conocer-, probablemente unos de los momentos más surrealistas y forzados del final de la serie.
De Marshall (Jason Segel) y Lilly (Alyson Hannigan) nos cuentan poco y rápido, aunque su historia era bastante previsible. Sin entrar mucho en detalles, ella consigue arrastrarlo a Italia para centrarse en su gran pasión por el arte y él llega a ser juez del Tribunal Supremo. Dos sueños cumplidos y tres hijos de los que poco se puede deducir. Fin de la história. Una historia que echa de menos los matices a los que nos tenía acostumbrados la serie.
Y finalmente llegamos al gran final. El momento. El encuentro de Ted con su futura esposa. Tanta importancia se le había dado a este instante que al final quedó poco espectacular. Un cruce de miradas en la boda y una conversación críptica en la estación de tren. Podrían incluso haber sido momentos mágicos si no nos hubieran avanzado en capítulos anteriores momentos de su vida en pareja; ya nos habíamos emocionado con la petición de matrimonio, con la escena del ukelele o con su entrañable y perfecta conexión.
Llegados aquí, Carter Bays i Craig Thomas –los verdaderos padres de la historia-, nos tenían preparada una sorpresa final: La madre falleció seis años antes que Ted contara la historia a sus hijos. Me atrevería a decir que podría haber sido un final original, pero era tan complicado de gestionar, y más en una sitcom que es pura comedia, que el experimento no salió bien. También hay que recordar que se trata de una situación con la que ya se especulaba desde las lágrimas de Ted en ‘Vesuvius’, a falta de cinco capítulos para terminar. Así pues, poca fue la sorpresa y mala fue su ejecución. Se afrontó la muerte desde el humor, una especie de humor negro en que los hijos de la difunta madre le daban permiso a Ted para salir con Robin entre risas y miradas de complicidad. Ellos ya habían pasado el duelo, nosotros aún no.
Y sí, Ted con Robin. La periodista canadiense que dos capítulos atrás estaba casándose enamoradísima del que nos pintaron como el hombre de su vida. La historia de Ted y Robin, con sus correspondientes detalles románticos de la trompa azul y su conexión en general (general conexión!), era agua pasada. Por muy romántico que fuera el gesto del relicario, ya se hicieron incómodos sus acercamientos en la última temporada, pero después de dos bodas por, dos hijos y la aparición de la madre, fue peor. No era el momento, no tocaba.
Con todo, el final de HIMYM es una mancha en un expediente casi impecable de una serie que puede presumir de haberse acercado a la calidad y éxito de Friends. Con momentos tan legendarios como nos dio, cuesta pensar que tenga un final tan decepcionante como para entonar el “Son of a bitch!” tan típico de Lilly. Sabiendo que el spin-off ‘How I met your Dad’ no tendrá nada que ver con su precursora más allá del formato, sólo nos queda esperar el final alternativo que se incluirá en los DVDs de la serie; eso, u olvidarnos de cómo acaba, ponernos traje y volver a empezar con eso de… “Chicos, voy a contaros una historia increíble. La historia de cómo conocí a vuestra madre”. Challenge accepted.
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