Condecoraciones inauditas
Por Agustín Ramírez , 16 julio, 2014
Por casualidad me acabo de enterar de algunas condecoraciones que nuestro gobierno de España, a través de su ministro del Interior y miembro del Opus Dei, ha concedido: en septiembre de 2012 el Gobierno aprobó un Real Decreto por el que concedió la Gran Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil a la Virgen del Pilar, Patrona del Cuerpo; más tarde, y ahondando en mi asombro, me entero que en este mismo mes el Ministerio del Interior ha concedido la Medalla de Oro al Mérito Policial, con carácter honorífico, a Nuestra Señora María Santísima del Amor, con el añadido de que esta medalla suele darse a los agentes muertos o heridos en un acto de servicio o por acciones extraordinarias. ¡Increíble, inaudito!. Y para mas inri, los requisitos para esta concesión son los descritos en la Ley 5/1964 de 29 de abril (recuerden, el franquismo) que reglamenta la Orden del Mérito Policial, que recoge en su artículo nº 5 como requisitos para la concesión de la Medalla de Oro o Plata al Mérito Policial, la muerte en acto de servicio o sufrir mutilaciones o heridas graves, así como “dirigir o realizar algún servicio de trascendental importancia, que redunde en prestigio de la corporación, poniendo de manifiesto excepcionales cualidades de patriotismo, lealtad o abnegación”.Igualmente, se considera requisito el de “tener una actuación extraordinaria y ejemplar, destacando por su valor, capacidad o eficacia reiterada en el cumplimiento de importantes servicios, con prestigio de la corporación”, así como “realizar en general hechos análogos a los expuestos que, sin ajustarse plenamente a las exigencias anteriores, merezcan esta recompensa por implicar méritos de carácter extraordinario”.
No obstante, no debemos olvidar que en estas extrañas e irracionales sintonías entre lo divino y lo humano su precursora fue su compañera del Ejecutivo Fátima Báñez, quien en junio de 2012 agradeció a la Virgen del Rocío su ayuda en la salida de la crisis, ¡vaya salida!, mejor no nos hubiera confiado a la Virgen que, dicho entre otras cosas, no pinta nada en estos asuntos terrenales.
Si este país está en manos de ministros de estas convicciones, ya todo empieza a tener sentido, ya se puede entender como normal lo que, más bien, parece paranormal. Ahora se entiende que este gobierno esté aireando unos datos económicos que según su criterio, aunque más bien debe de ser una revelación divina, indican que estamos saliendo de la crisis.
Si uno lee los informes de organizaciones tan “radicales y extremistas”, como Cáritas, Oxfam-Intermón, o Acción contra el Hambre, entre otras, que nos hablan del crecimiento de la desigualdad social, el aumento del hambre infantil, el incremento de la pobreza y el riesgo de exclusión social, debe de empezar a plantearse que estamos ante un problema de orden planetario, a saber: el gobierno y la ciudadanía viven en planetas distintos. Mientras las personas que caminamos por la calle, hacemos la compra, vemos el progresivo cierre de pequeños negocios, aguantamos una urgencia hospitalaria de más de siete horas en un hospital universitario puntero de la sanidad pública, creemos vivir en un mundo real donde vemos y soportamos lo que pasa día a día, nuestros gobernantes deben de vivir en un planeta lejano, más allá incluso de Matrix –quizás Tetrix- en el que todo es guay y todo va bien -¿recuerdan aquello del España va bien? -, de otra forma no me explico que nos quieran mentir tanto, tan seguido, y sin conseguirlo, con tanto énfasis y convicción, y, últimamente, con una gran fé y convicción religiosa, eso sí, católica, que parece que es la única religión que existe para este gobierno y el partido que lo sustenta.
En definitiva, recordando a don Antonio Machado: “la verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”.
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