La mochila se revisa, la dignidad se ignora
Por Anna Genovés , 30 agosto, 2025
Mi intimidad no estaba en oferta: lo que ocurrió en Consum Roqueta
Ante ayer sufrí una grave vulneración de mi intimidad y de mi imagen en el supermercado Consum, del barrio de La Roqueta de Valencia. Aunque he compartido algunos vídeos que ilustran la desagradable situación que viví, tras leer los comentarios y testimonios de otros consumidores que han sido igualmente maltratados, he decidido relatar con precisión lo ocurrido. Mi objetivo es que cualquier persona que lea estas líneas sepa cómo actuar ante abusos por parte de empleados o vigilantes de seguridad que exceden sus funciones.
Mi contexto personal
Soy una señora recién jubilada, con un esposo discapacitado. Ambos vivimos en condiciones de vulnerabilidad, y como muchas mujeres en situaciones similares, siento que he pasado a formar parte de ese grupo de personas “transparentes” que la sociedad ignora. Esta invisibilidad social nos hace más susceptibles a abusos y humillaciones.
Mi rutina diaria es sencilla: por las mañanas, tras los quehaceres domésticos, voy al gimnasio. Regreso a casa para comer, continúo con tareas del hogar y luego me siento frente al ordenador a escribir, como decía Virginia Woolf, quien “escribía para salvar la vida”. En esas horas, me abstraigo del mundo y me concentro en mi trabajo creativo.
Por la tarde, tras un pequeño tentempié, salgo con mi esposo a pasear y hacer la compra. Él, debido a su condición, solo sale durante ese breve intervalo. No tenemos vehículo, así que caminamos con nuestro carro de la compra o con bolsas para tales menesteres, variando ocasionalmente el recorrido. Este verano hemos frecuentado el supermercado Consum de La Roqueta, porque no está demasiado lejos de casa y porque frente a su salida por la calle Albacete hay un parque donde podemos descansar y disfrutar del aire libre.
El incidente
Ayer, al entrar en los servicios del supermercado, me encontré con un estado de suciedad inaceptable. Necesitaba utilizarlos con urgencia, pero fue imposible. En lugar de ignorarlo, decidí informar a una cajera, en tono discreto y amable, para evitar que otros clientes escucharan. Le dije: «Mira, no he podido utilizar el servicio porque está muy sucio. Tiene el suelo inundado y tal…»
Ella me preguntó por los otros aseos, pero le respondí que no los había mirado.
Pasó un tiempo prudencial mientras hacíamos la compra. Dado el calor sofocante de Valencia, preferimos pasear por los pasillos del supermercado para evitar que mi esposo se expusiera demasiado. Al sentir nuevamente la urgencia de los urinarios, me dirigí a ellos, confiando en que los habrían limpiado. Para mi sorpresa, la puerta general estaba cerrada. Pregunté a otra cajera —la anterior estaba ocupada— y me respondió, sin más: «No se pueden usar».
Me quedé perpleja. ¿Cómo puede un supermercado de esas dimensiones inutilizar unos servicios que son obligatorios en superficies de más de 200 m² y adaptados en más de 500 m²?
- ¿Cómo se atreven a cerrarlos todos?
- ¿Cómo se atreven a responderme con un seco: «No se pueden usar»?
Al ir a reunirme con mi esposo, la misma cajera me dijo: «Tiene que dejar la mochila en una taquilla».
Se trata de una mochila de tamaño estándar, modelo “city”. Le respondí que no, que debía reunirme con mi esposo y que íbamos a salir por la otra calle.
Un cliente que pasaba comentó: «Desde luego. ¿Cómo se atreve a decirle eso?».
Yo le respondí que estaba atónita, especialmente al ver que otros compradores llevaban capazos y bolsos mucho más grandes, carros de la compra particulares…
La humillación pública
En ese momento apareció la guarda jurado, con rostro amenazante y actitud chulesca. Nos siguió hasta la caja. Mi esposo, habitualmente callado, no pudo contenerse y le preguntó si ocurría algo. La señora, con evidente mala educación, respondió: «Enséñeme la mochila». Dirigiéndose a mí.
Le dije que lo haría cuando yo lo considerara oportuno. Entonces pidió a la cajera que llamara al gerente. Le respondí que, si lo deseaba, llamara a la policía. Mientras tanto, los clientes nos observaban como si fuéramos los culpables de una escena de película.
Grabé parte de lo ocurrido hasta que uno de los encargados me pidió que quitara la “linterna”. Me confundí, ya que no era una linterna, sino la grabación del vídeo que ahora circula por FB y YouTube y que acompaña este artículo.
Finalmente, mostré el interior de la mochila al grupo de superiores. ¿Por qué lo hice? Debí haber exigido que revisaran las cámaras de seguridad. Me habría ahorrado la vergüenza y la humillación sufridas ante los ojos de tantos testigos.
Reflexiones
A toro pasado, me hago muchas preguntas:
- ¿Por qué acudieron dos hombres, una mujer y la guarda jurado a exigirnos explicaciones?
- ¿Por qué nos trataron con tanta descortesía, siendo clientes habituales de la cadena, e incluso habiendo aparecido en la portada de la revista de Consum en los años 90?
- ¿Existe un “cupo diario” para humillar a personas decentes, especialmente a mujeres mayores con rostros angustiados por necesidades fisiológicas urgentes?
- ¿Someten del mismo modo a personas de otras culturas o religiones que visten de forma cubierta?
- ¿Cuál fue mi error? Ser demasiado educada. Intentar ayudar a mejorar la imagen del supermercado. Tener una urgencia urinaria. O un esposo discapacitado. No. Mi error fue no conocer mis derechos.
- ¿Pueden estar los WC en mal estado? Según Decreto Ley 486/1997 es obligación de CONSUM mantener los aseos limpios «periódicamente y siempre que sea necesario» y dotados de jabón líquido, papel higiénico y sistema de secado de manos.
- ¿Puede un supermercado de las dimensiones de CONSUM La Roqueta tener todos los aseos cerrados? No. Cerrar todos los aseos implica incumplir la obligación legal de accesibilidad y servicio al público que exige la normativa española.
Derechos del consumidor
No me volverá a ocurrir. He descubierto —lo desconocía— que los consumidores tenemos derechos tipificados por ley en relación con la revisión de bolsos y pertenencias privadas. Los comparto aquí para que nadie más pase por la angustiosa situación que sufrimos ayer nosotros:
Marco legal en España
🔹 Prohibición general: El registro de bolsos de clientes en tiendas está prohibido y constituye una práctica discriminatoria. Los comercios no pueden obligar a su exhibición.
🔹 Rol de los vigilantes de seguridad: La Ley 5/2014 de Seguridad Privada permite a los vigilantes realizar “comprobaciones, registros y prevenciones necesarios para el cumplimiento de su misión”.
🔹 Condiciones para el registro: Solo es legal si existen indicios concretos de un delito, como un hurto.
🔹 Negativa del cliente: Si el cliente se niega a mostrar el bolso, el vigilante debe avisar a las fuerzas de seguridad y puede retener al cliente hasta su llegada.
🔹 Sugerencia a los consumidores: Ante una situación de abuso, se puede rellenar una hoja de reclamaciones en el establecimiento y denunciar la práctica ante la oficina de consumo.
Contexto constitucional
📌 Artículo 18 de la Constitución Española: Garantiza el derecho a la intimidad personal y de la propia imagen.
📌 Derecho a no discriminación: El registro de bolsos sin causa justificada se considera una práctica discriminatoria que atenta contra la dignidad de las personas, según especialistas en derecho del consumo.
©Anna Genovés
En Valencia a veintinueve de agosto de 2025.
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