Desconectar para volver a conectar
Por Raquel Ortiz Bolfán , 6 febrero, 2025
Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse porque la belleza siempre perdura en el recuerdo, William Wordsworth
Alguien me dijo una vez que la mente humana es sorprendentemente poderosa y compleja, aunque también tiene sus limitaciones. Puede ahogar nuestras propias reflexiones y preocupaciones, llevándonos por un camino agotador. Todos nuestros pensamientos son generados por el cerebro y actúan de manera independiente, como un ángel y un demonio en constante debate. Nos intentan convencer en cada uno de nuestros actos, susurrando lo que creemos necesitar. Sin embargo, ellos no definen quiénes somos, aunque a veces lleguemos a creerlo.
Pensar en la mente es como pensar en un disco duro, nos hace comprender su necesidad de capacidad de procesamiento, inmediatez y trabajo simultáneo de datos. Por tanto:
- Está sujeta a sesgos cognitivos que pueden distorsionar nuestra percepción y juicio.
- Le afectan nuestras emociones, que pueden nublar la toma de decisiones o provocar decisiones impulsivas.
- Le influye también la fatiga mental, la mente se desgasta como el cuerpo, reduciendo nuestra capacidad y agudeza intelectual.
- Tiene sus limitaciones, no es perfecta y puede causar recuerdos u olvidos inexactos.
- Le condiciona la autocrítica, que genera pensamientos negativos que pueden limitar nuestra confianza y bienestar.
Entender estas limitaciones puede ayudarnos a ser más conscientes de nuestros procesos mentales y desarrollar estrategias para superarlos.
Nuestras conexiones neuronales nos impedirán ir más allá, porque les encanta todo lo que anhelamos y no tenemos, y seguirán impulsándonos en nuestra zona de confort, no quieren soltarnos.
Ese saboteador interior intenta destruir nuestros objetivos, diciéndonos que no vale la pena hacer esto o aquello, ya que lo hemos intentado antes sin éxito. Nos limitarán en experimentar cosas nuevas, cambiar lo que tenemos, dejar de hacer otras, alcanzar nuestras metas o incluso amar a quien deseamos. Debemos atrevernos a ser libres y tener un plan de acción. Es fundamental desconectar de esos pensamientos, porque somos nosotros quienes decidimos lo que queremos.
No podemos esperar a reaccionar cuando el momento sea perfecto, ya que esa perfección NO EXISTE. Si esperamos encontrarla, nos quedaremos en el mismo lugar toda la vida, obteniendo siempre los mismos resultados por no haber hecho las cosas de manera diferente. Es necesario eliminar los malos recuerdos del pasado y dejar ir el miedo al futuro. ¿Acaso no podemos cambiar en determinadas situaciones? A lo largo de nuestra vida, hemos transformado muchas de nuestras habilidades y comportamientos: hemos dejado de ser tímidos, gestionado mejor las adversidades, superado inseguridades y controlado nuestras emociones. Por lo tanto, podemos modificar nuestros pensamientos, porque si no, siempre intentarán autogobernarnos. Hay que desconectar para volver a conectar.
Ojo con mirar al cielo y pedir:
Regálame otra vida porque esta ya la he malgastado”.
Debemos recordar que estamos de paso en la vida, tenemos que arriesgar y actuar a pesar del miedo. Ama intensamente, sueña en grande, atrévete y no te frenes. Porque hoy estás aquí y mañana no lo sabes. Como muchos pensadores han abordado, “las personas mueren antes de que su edad biológica acabe».
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