Desvaríos preelectorales
Por José Luis Muñoz , 29 mayo, 2016
La entrada de Venezuela en la campaña electoral era muy previsible, pero no lo era tanto que Albert Rivera, a la desesperada, se fuera a buscar votos al otro lado del charco en esa minigira inútil que le ha perjudicado más que beneficiado, porque todo el mundo, hasta sus fieles, ha visto la teatralización de ese frívolo acto electoral al otro lado del charco.
El líder de Ciudadanos, y bueno es saberlo, se está radicalizando hacia la derecha, por supuesto, y hasta su subconsciente le juega tremendas pasadas como la de decir que es mejor una dictadura que lo que está pasando en Venezuela. Nada nuevo, por otra parte. Otro ilustre bocazas, este afiliado al PSOE para desgracia de su partido, Felipe González, llegó a decir que en Venezuela se respetaban menos los derechos humanos que en el Chile de Pinochet. Parece que hay nostalgia de esos años de plomo, cuando el orden en Latinoamérica lo implementaban estrategias como el plan Cóndor y la picana era de uso común.
Extender la campaña electoral en España a Venezuela es de una torpeza inaudita y el movimiento estratégico de Albert Rivera no le va a suponer un aumento de votantes sino todo lo inverso. Al contrario que José Luis Rodríguez Zapatero (y ahí están las reuniones en la República Dominicana en marcha que se van a celebrar entre la oposición venezolana y el gobierno en la isla caribeña) Rivera ha ido a Venezuela a enconar más la grave situación que atraviesa el país para obtener un posible rédito electoral e intentar frenar el ascenso de Unidos Podemos. Si tiene tanta sensibilidad social, como alardea, que hable de los gravísimos problemas que afectan a la sociedad española y diga cómo va a resolverlos.
El gobierno del PP también anda muy preocupado por los doscientos mil españoles residentes en Venezuela. Ya hemos visto lo preocupado que está por los más de cuarenta millones que viven en España.
Hablemos de Venezuela, claro, pero hacerlo más ya es imposible a no ser que queramos que los debates electorales se hagan en Caracas y los modere Maduro. Hablemos de la conculcación sistemática de los derechos humanos en México, de los miles de desaparecidos y de la incapacidad de su gobierno de garantizar la vida de sus ciudadanos; hablemos de por qué el gobierno español tiene unas relaciones privilegiadas con, por ejemplo, Arabia Saudí, que persigue, cimitarra en mano, a mujeres, blasfemos y disidentes políticos y con la otra mano alimenta a los yihadistas, pero hablemos, sobre todo, de España, de la involución social y económica de la política de este gobierno, de sus intentos de genocidio cultural, de su falta de independencia frente al diktat de la Unión Europea.
Equivocó su destino el señor Rivera. Quizá debió ir más acerca, a Idomeni, por ejemplo, y explicar a los refugiados cuál va a ser su política con ellos si llega al gobierno o se lo facilita a su homólogo Mariano Rajoy, el que acoge 20 refugiados de los 20.000 que le corresponden. Cuestión de ceros.
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