Dieta Mediterránea, Patrimonio de la Humanidad
Por Reyes Lucena Alcalá , 2 mayo, 2014
Uno de los principales deseos de los seres humanos ha sido siempre el de conservar la salud, en este sentido la alimentación se convertiría en una gran aliada para conseguirlo, ya que la dieta, en este caso la Dieta Mediterránea, puede ayudarnos a vencer o a sobrellevar mejor las enfermedades crónicas. Hay muchas evidencias científicas que respaldan el modelo de vida que establece la Dieta Mediterránea como un medio fundamental para la prevención de muchas enfermedades, así como el de la promoción de la salud. La base de esta milenaria dieta está asentada en su famosa trilogía de pan, aceite y vino.
El primer paso que los profesionales de la salud proponen en el tratamiento de muchas enfermedades es el seguimiento de una alimentación sana y practicar ejercicio de manera regular, para ello habituarse a las pautas de la pirámide alimentaria que establece la Dieta Mediterránea sería esencial, puesto que productos básicos como los cereales, las verduras y las frutas son imprescindibles en las principales comidas, además de constituir como su base máxima la convivencia, el descanso adecuado o las actividades culinarias. Hay que añadir que el consumo de grasas que se recomienda es especialmente el que viene dado por el aceite de oliva (mejor incluso si es oliva virgen extra), lo que es muy importante en el tratamiento de la obesidad, al reducirse considerablemente la ingesta de grasas saturadas que sí se producen de forma muy superior en otros tipos de alimentación. En la Dieta Mediterránea hay un consumo elevado de cereales no refinados, legumbres o frutos secos, además de un consumo moderado de carne, pescado o productos lácteos. Seguir este modelo de alimentación que ya comenzó a estudiarse en los años sesenta gracias a la investigación de Ancel Keys podría evitar muchas enfermedades crónicas. Según el doctor Ramón Estruch, quien lidera mundialmente el estudio científico de la Dieta Mediterránea, este patrón de vida y alimentación puede reducir en un treinta por ciento el riesgo de sufrir cardiopatías.
Declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en el año dos mil diez, la Dieta Mediterránea comprende un conjunto de conocimientos, competencias prácticas , rituales, tradiciones y símbolos relacionados con los cultivos y cosechas agrícolas, la pesca y la cría de animales, y también con la forma de conservar, transformar, cocinar, compartir y consumir los alimentos. Se extiende por países como Chipre, Croacia, España, Grecia, Italia, Marruecos y Portugal en los cuales el acto de comer juntos propicia de forma muy valiosa el intercambio social y la comunicación, y refuerza la identidad de la familia, el grupo o la comunidad haciendo de estas regiones un referente en el mundo entero de los valores de hospitalidad, diálogo intercultural y creatividad, y desarrollo de espacios culturales, festejos y celebraciones.
La Dieta Mediterránea es uno de los modelos alimentarios más saludables del mundo, donde el castaño, el nogal, el avellano, el manzano, la zanahoria, el calabacín, el pepino, los garbanzos, el arroz, el romero, la pimienta, los espárragos o los tomates fueron traídos de Oriente, de Europa o de Africa por pueblos como los Íberos, los Celtas, los Romanos, los Griegos o los Árabes; no podríamos concebir la cocina de los países del Mediterráneo sin estos productos, pues las aportaciones de estos pueblos en el tiempo han sido importantísimas para la creación incuestionable de una dieta, una forma de vida y un paisaje únicos en el mundo. Los alimentos del Mediterráneo se convierten así en placeres, y expresan en la mesa el paisaje de una ribera mítica donde la legendaria tríada – trigo, vid y olivo – aún sigue vigente.
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