Distintas formas de mirar el agua
Por Oscar M. Prieto , 28 abril, 2015
Termino ahora de leer la última novela de Julio Llamazares “Distintas formas de mirar el agua”. Este libro es todo lo contrario. Todo lo contrario al estrés de seguir tras un rastro de crímenes las pesquisas de un sagaz detective, es la calma de una despedida. Todo lo contrario al aluvión de personajes y de datos con los que nos cargan esas historias que pretenden pasarnos por históricas, es la intrahistoria rotunda, despojada y desnuda de una familia, de cualquier familia. Todo lo contrario a la banalidad de tantas sombras que solo ven apariencias reflejadas en espejos, es la luz de la mirada que sabe y quiere mirar dentro, que ilumina las estancias no siempre comprendidas de los sentimientos y también de los miedos. Esta novela de Julio Llamazares es todo lo contrario, como digo, porque opone al bullicio, el silencio, a las prisas, la quietud y a todo aquello que es y siempre será vanidad de vanidades, se enfrenta con la memoria y los recuerdos, la única manera que tiene el ser humano para que no le arrastre cualquier viento pasajero.
Erradicados de su paisaje materno, por culpa de un pantano, el protagonista ya silente, regresa muerto, ya cenizas, al lugar del que nunca hubiera deseado irse, del que se fue obligado por las circunstancias, por la construcción de un pantano. Escuchamos las voces de los miembros de la familia que se ha reunido en tan triste día, cada una con tono propio, cada uno mirando el agua y la vida y por tanto la muerte desde sus ojos únicos.
Sumo yo ahora a estas maneras de mirar el agua la de los setecientos seres humanos naufragados y ahogados en ese otro pantano que es el mar Mediterráneo. También ellos se vieron impelidos por atroces circunstancias, por el hambre y por la esperanza de un futuro, a abandonar su tierra, su lengua, su paisaje, su familia. Como tantos otros, éstos nunca arribarán a ninguna orilla. Sus cuerpos y sus vidas frustradas quedarán para siempre sumergidos en ese cementerio, “bajo el agua –el mar- en el que continúan flotando todos sus recuerdos, todos sus sueños y sus ambiciones”. No deberíamos mirar para otro lado.
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