Doctores tiene
Por Oscar M. Prieto , 9 febrero, 2023
Alertan de que viene el frío, en invierno. Qué viene el frío, como si fuera el lobo y la Aemet el pastor mentiroso. En estos tiempos de incondicionales, ya no discuto ni siquiera sobre el tiempo, no vaya a ser que me vengan con dogmas y doctrinas. Prefiero, igual que aquel campesino de ‘Amanece que no es poco’, retirarme al bancal y conversar con la calabaza. Le preguntan los americanos a este personaje y él responde: «Cualquier cosa que os dijera sería una gilipollez». Ante preguntas complejas, el Catecismo de Gaspar Astete tenía una buena escapatoria: «Esto no me lo preguntéis a mí, que soy ignorante. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder». Y el interrogador no sabía si era tonto quien así le contestaba o le tomaba por tonto.
El de Doctor es un título que concede el Papa a eminentes santos por su erudición y conocimiento teológico. 36 tiene la Iglesia de Roma. Siendo yo ignorante, he buscado algo de luz en uno de ellos, en San Agustín. Para el Santo de Hipona, el Estado y una banda de delincuentes, en apariencia tan diferentes, sólo se diferenciaban por su fin. Al igual que una banda criminal, el Estado también mata; como raptores, el Estado también secuestra, priva de libertad, encarcela; como ladrones o extorsionadores, el Estado también sustrae el dinero de los ciudadanos, mediante tributos e impuestos y amenaza con la «Agencia». Ya ven que a nada que escarba uno se encuentran semejanzas que nadie hubiera comentado en el desayuno. Sin embargo, como dice Agustín, el fin que ambas realidades persiguen los diferencia, pues el Estado todo lo que hace, incluso aquello que tiene similitud con lo delictivo, lo hace en aras del bien común. Digamos que ese bien común como fin justifica los medios.
Se preguntarán ustedes que duda me ha llevado a recurrir a tan ilustre Doctor. Resulta que le han hecho un lifting al Código Penal en las partes del delito de ‘malversación’, con el ánimo de aclararnos que no es lo mismo que lo malversado se lo guarde uno en su bolsillo o en, lugar de destinarlo al bien común para el estaba establecido, se destine al bien de los comunes, que parece lo mismo, pero no lo es. Pues eso, que quizás no hacía falta molestar a tan alta instancia y yo mismo podría responder como el pregonero, que también es sacristán, en la película antes referida: «Me parece a mí que tenéis un cuajo».
Salud.
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