Dormir es de patos: Aforismos, antiaforismos y balas
Por José Antonio Olmedo López-Amor , 27 enero, 2016
El pasado martes 20 de enero, el actor, director de cine, guionista y músico, Rodrigo Cortés (Pazos Hermos, Orense, 1973) presentó su último libro, Dormir es de patos (Delirio, 2015) en la librería Bartleby de Valencia. El cineasta estuvo acompañado por Fabio de la Flor, su editor, quien introdujo una nota de humor al evento con numerosos comentarios, de lo más dispares, convirtiendo la presentación en un pretexto para pasar un rato agradable en sintonía y conexión constantes con el público; algo a lo que contribuyó el talante de Cortés, quien trató por todos los medios de no solemnizar un acto en el que se presentaba —según sus propias palabras— «un libro de tontás».
Ya de entrada, sorprende el formato del libro, 11 x 11 centímetros, adscrito a la colección Tragos, «un libro redondo dentro de un cuadrado» Fabio de la Flor dixit. Pero a medida que uno se adentra en él, enseguida advierte que ese omnipresente humor que todo lo inunda, no es gratuito e intrascendente, esa impronta de comicidad no es sino un vehículo de la ironía, de la crítica y en definitiva, del pensamiento. Rodrigo Cortés, afamado director de películas como: Buried (2010) y Luces rojas (2012), escribe aforismos, y lo hace muy bien, la mayoría son ácidos, mordaces, luminosos y condensadores, pero sobre todo, breves. No es la primera vez que Cortés aglutina un proyecto literario en formato libro, A las 3 son las 2 y Sí importa el modo en que un hombre se hunde, son aforismos y novela, respectivamente, ambos editados por Delirio y antecedentes bibliográficos del libro que nos ocupa. Ello unido a la colaboración que su autor mantiene en el diario ABC, “Verbolario”, una sección donde, semanalmente este inquieto orensano, desnuda, ausculta, radiografía y revaloriza una palabra.
La densidad, o no densidad del libro —puesto que es una máquina de despresurizar conciencias—, unida a su tamaño, lo convierten en un buen acompañante, en un libro de bolsillo por lo práctico de lo físico, y en un libro de consulta por lo preciso de lo sutil. Abriendo el libro aleatoriamente por cualquiera de sus páginas, uno puede encontrar microhistorias que destilan toda una gama de sensaciones cotidianas, un elenco de virtudes entre las que destaca sin duda, el humor.
En los tiempos que corren no es bueno dejar pasar una oportunidad de sonreír, Rodrigo Cortés y su Dormir es de patos nos invitan a ello, 154 páginas de subsinceridades que conforman un retrato involuntario, el desnudo espiritual de un artista polifacético que no sólo entretiene, sino indaga con sus perversiones la naturaleza misma del ser humano.
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