Dos bicicletas
Por Oscar M. Prieto , 13 abril, 2015
La semana pasada comprobábamos que cuando la realidad se rebela surrealista suele revelar algunas verdades. En esa ocasión en concreto, la de la terrible situación que padecen aquellas personas que no tienen una casa en la que vivir. Debería solucionarse este problema, no sé cómo, pero urge que se solucione. Una familia no puede vivir en la calle, unos niños no pueden crecer en esas condiciones, nadie debería pasar por la angustia de perder su casa, su hogar, en torno a cuyo fuego suceden los momentos más íntimos de la vida, también los cotidianos.
Pensando en ello recordé esta conversación que mantenían dos viejos conocidos, firmemente apoyados en la barra de un bar –que es el lugar más seguro para este tipo de conversaciones, pues muy raramente se pasará de las musas al teatro, es decir de las palabras a los hechos-. No es nada extraordinario encontrarse con estadistas de esta altura en los bares de España, capaces de arreglar el mundo –incluido el conflicto palestino-israelí- entre caña y caña.
Uno de ellos le preguntaba al otro si consideraba justo que dado el caso de una persona que tuviera dos casas, pero habitara sólo en una de ellas, le fuera confiscada una para entregársela a otra persona que no tuviera. El interpelado afirmó categóricamente que por supuesto, que era de justicia quitarle una de las casas a quien tuviera dos para dársela a quien no tuviera ninguna.
Le pregunta entonces si le parecería igualmente justo que, a quien tuviera dos coches, se le privara de uno de ellos, para donárselo a otro que, careciendo de coche por falta de recursos, lo necesitara. “Por supuesto que sí” –sentenció- “Es de justicia quitarle uno de los coches y dárselo a quien no tiene”
Por último le pregunta si también estaría de acuerdo en que a quien tuviera dos bicicletas, se le expropiara una de ellas para cedérsela a quien no tuviera ninguna. La respuesta parecía obvia, pero tardó en llegar y no fue la esperada. Tras un silencio, cabal y reflexivo, nuestro justo estadista responde a su amigo: “Es que yo tengo dos bicicletas”.
Es muy fácil repartir lo de los demás, hasta que nos tocan lo nuestro.
Salud
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