Ecos mediáticos

Nos cuenta Milán Kundera en El libro de la risa y el olvido como “el asesinato de Allende eclipsó rápidamente el recuerdo de la invasión de Bohemia por los rusos, la sangrienta masacre de Bangladesh hizo olvidar a Allende, el estruendo de la guerra del Sinaí ocultó el llanto de Bangladesh, las masacres de Camboya hicieron olvidar el Sinaí, etcétera, etcétera, etcétera, hasta el más completo olvido de todo por todos”. Lleva más razón que un santo. En cierto modo, en eso se ha convertido el clamor mediático: en un juego de damas donde se intercambian fichas continuamente, y una vez acabada la partida ya ni te acuerdas de la anterior. El flujo de ‘des-in-formación’ es tal que difícilmente el cerebro humano es capaz de retener causas ni razones ni de pensar por cuenta propia en lo sucedido, más que vociferar ruidoso, repitiendo como un ave parlanchina, lo que nos dicen que dicen que pasó. Como un eco de desconocida procedencia y autoría.

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