El avión malasio y el árbol de decisión
Por Javier Pérez , 22 julio, 2014
Cuando suceden tragedias como la del avión malasio abatido sobre Ucrania, aparece toda una serie de personajes realizando conjeturas sobre los posibles culpables y aparece también, a menudo demasiado aprisa, una versión oficial que siguen todos los medios como si fuese la verdad revelada.
A medio camino entre ambas formas de majadería, trataré de desgranar todas las opciones, para que cada cual, en su libre albedrío y cabal inteligencia, piense por su cuenta cual le parece más plausible.
Tronco: 298 personas muertas. Una puñetera barbaridad. Una zona de guerra. Un avión que sobrevolaba un espacio aéreo que no tenía que estar abierto y que se cerró demasiado tarde. El avión volaba a diez mil metros de altitud y no se derriba con un tirachinas, sino que se requiere tecnología bastante avanzada y técnicos que sepan manejarla.
Opción 1: Los rebeldes prorrusos derriban el avión por error. Es un avión que se mueve de oeste a este, con lo que puede tomarse por un aparato que les va a atacar. El tipo que operaba el radar debía de ir hasta las trancas de vodka o aprendió a operar el aparato leyéndose en media hora el libro de instrucciones, cosa no del todo improbable si acababan de recibir aquellas baterías de sus amigotes rusos.
De esa manera van las cosas de las milicias: tenemos un arma nueva, así que la vamos a usar. Mira Dimitri, sale un avión en la pantalla y viene hacia aquí. Dale, Ivan, que ya son nuestros. Vaya sorpresa se van a llevar esos cabrones. Y algún anormal aprieta el botón sin mirar los parámetros, la ruta, ni la madre que lo parió, porque esas cosas son para mariquitas y nosotros somos muy machotes.
Y luego descubrieron que la habían cagado. Que la habían cagado a lo bestia y que les iban a cortar los huevos en rodajas. Pero esas cosas pasan. Y pudo suceder así.
La cuestión es si estos tipos, que no dejan de ser milicianos, o sea fontaneros y alicatadores con uniforme de camuflaje, disponían de semejante arma, y si Putin está lo bastante loco como para armarlos con algo así. Perfectamente posible, pero no indudable.
Luego los prorrusos impidieron el acceso a la zona de los observadores internacionales, pero hoy mismo han entregado las cajas negras, intactas, a las autoridades malasias, así como los cadáveres de loa fallecidos. No sabría decir si tratan de evitar que se vea algo o tratan de evitar que otros manipulen algo.
Los tipos estos no ganan nada con el derribo, sino todo lo contrario.
L0 dejamos aquí.
Opción 2: el avión lo derriban los ucranianos.
Otra versión que circula pro ahí es que los ucranianos pudieron derribar el avión para lograr más apoyo internacional y que de una vez alguien apriete las clavijas a Putin, que hasta ahora hace lo que le da la real gana.
Los ucranianos disponen, sin duda, de este tipo de misiles y de personal especializado para manejarlo.
Afirman algunos también, aunque no he podido confirmarlo, que poco antes pasó pro allí el avión presidencial ruso, con Vladimir Putin a bordo, y que ambos aviones son muy parecidos. Suena a conspiración floja, pero no deja de ser una idea.
Lo que no está ni medio claro es si los ucranianos podían haber lanzado el misil desde el lugar desde el que este partió, pero en una guerra como esa, sin líneas y sin zonas claras de dominio, y en el que ambos bandos hablan casi el mismo idioma, no es una cosa terriblemente complicada.
En este caso no se trataría de un error de un zopenco, sino de maldad deliberada y criminal de un gobierno que está desesperado y sí tiene algo que ganar.
Opción 3: Que el derribo lo realizase un tercer gobierno, interesado en la zona.
En ese caso, las miradas apuntan a los norteamericanos y a la Unión Europea, y el procedimiento es el mismo que en le caso 2, pero más complicado.
El modelo de misil del que se ha hablado hasta la fecha , un Buk, está disponible para todos los países miembros del antiguo Pacto de Varsovia, muchos de ellos hoy en la Unión Europa, y ha circulado por el mercado de medio mundo.
Los intereses de los que se habla en este caso son geoestratégicos, del dólar, del gas y de mil cuestiones que se le van ocurriendo a cada cual. Y por supuesto, estamos de nuevo ante un acto de maldad premeditada, y no ante un error.
Mi conclusión:
Que no se debe nunca atribuir a maldad lo que pueda atribuirse a estupidez. Hay muchos más idiotas que malvados. Muchísimos más. Ser idiota está al alcance de todo el mundo, mientras que para ser malvado hay que pensar mucho, estudiar mucho y esforzarse mucho.
Por mi parte, sin dudarlo, me quedo de momento con la primera opción.
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